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Centenares de yihadistas resisten hasta la muerte en Baghouz

En los últimos tres días 7.000 civiles han evacuado el último bastión de Daesh

Soldados kurdos que cercan Baghouz con una niña que forma parte de los civiles evacuados AFP

Mikel Ayestaran

La batalla final contra el califato en Baghouz es una muestra más del enorme desconocimiento sobre el grupo yihadista Daesh y de la rabiosa radicalidad de muchos de sus súbditos. Un mes después de anunciar el inicio de la ofensiva sobre este pueblo sirio situado en plena frontera con Irak, las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) , la alianza liderada por kurdos que lucha contra el EI con ayuda de Estados Unidos, volvieron a detener las operaciones debido a la salida masiva de civiles de la zona.

Cientos de personas, sobre todo mujeres y niños, escaparon por el corredor humanitario abierto y la afluencia sorprendió un día más a unas FDS cuyo portavoz, Mustafa Bali, declaró que «creemos que pueden quedar aún miles dentro de Baghouz».

El avance kurdo ha relegado a los yihadistas a un espacio cercano al río Éufrates donde resisten, según se puede ver en algunas imágenes aéreas que se han difundido, en un campamento informal de tiendas de campaña.

Las fuerzas kurdas estiman que en Baghouz pueden quedar «cientos» de yihadistas . Después de la sorpresa que supone cada día el inesperado número de civiles, no se atreven a dar cifras concretas, y los consideran el sector más radical del grupo, los que están dispuestos a morir en combate.

Estos seguidores del califa, sin embargo, evacúan a sus familias y eso permitió ver escenas en las que mujeres como Um Walaa, de nacionalidad francesa, gritaban a las cámaras de Reuters: «Decían que nosotros aterrorizábamos al mundo, pero honestamente nunca vi algo parecido. Vine aquí porque quería ver qué pasaba en Siria y lo que he visto es terrorismo porque Estados Unidos ha matado a mucha gente». Totalmente cubierta por un niqab, la vestimenta obligatoria para las mujeres en el califato, sus gritos sonaron como los de otra madre evacuada quien, con su hija de la mano, repitió varias veces a los reporteros de la agencia AP: «¡Dios es grande y el Estado Islámico permanecerá para siempre!».

A diferencia de las batallas de Mosul o Raqqa, esta vez tanto los kurdos como los aviones de Estados Unidos anteponen las evacuaciones a la victoria sobre Daesh para causar el menor número posible de víctimas civiles . Las mujeres y los niños son trasladados al campo de Al Hol, controlado por las fuerzas kurdas, y los combatientes, que se han rendido o han sido capturados intentando escapar, a alguna de las prisiones de la zona. Ya hay más de un millar de detenidos de Daesh que llegaron al califato desde todo el mundo. El número de yihadistas extranjeros crece en estas cárceles y pese a la presión de Donald Trump, que amenazó incluso con liberarlos, los países de origen no están dispuestos a permitir su repatriación.

Todo lo que rodea a autodenominado Estado Islámico, desde su rápido ascenso en 2014 hasta el número de combatientes o simpatizantes, es una gran incógnita y los sistemas de vigilancia empleados por la coalición han sido incapaces hasta hoy de determinar el número de personas presente en Baghouz. Desde el domingo ya son más de 7.000 los evacuados, según los números ofrecidos por las FDS.

Pese a las ganas de cantar victoria de Trump, el general Joseph Votel, jefe de las fuerzas estadounidenses en Oriente Próximo, aseguró ante un comité del Congreso en Washington que el combate contra Daesh «está lejos de haber terminado». Votel puso la inminente victoria en Baghouz en su contexto y señaló que «la reducción del califato físico es un logro militar monumental, pero el combate contra Daesh y el extremismo violento está lejos de haber acabado y nuestra misión sigue siendo la misma».

Tras anunciar en diciembre la retirada de sus 2.000 hombres en Siria, Trump cambió de opinión ante los llamamientos realizados por sus aliados kurdos, temerosos del avance de Turquía en la zona. Su nuevo plan pasa por dejar en Siria no más de 400 hombres como parte de una «fuerza de paz» a la que pretende sumar, hasta ahora sin éxito, a los países europeos.

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