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El caso Saboya hace desbordar la cloaca de los escándalos en Italia

JUAN VICENTE BOO. CORRESPONSALROMA. La basura aflora a borbotones de las cloacas de la política italiana, y su nivel supera ya lo que el país puede aguantar. El caso esperpéntico de Víctor Manuel de

AFP Salvatore Sottile, portavoz de Gianfranco Fini, rodeado por periodistas al entrar en el tribunal de Potenza

JUAN VICENTE BOO. CORRESPONSAL

ROMA. La basura aflora a borbotones de las cloacas de la política italiana, y su nivel supera ya lo que el país puede aguantar. El caso esperpéntico de Víctor Manuel de Saboya -que ha hundido en la crisis a Alianza Nacional- estalló el pasado viernes en un país que lidia con el escándalo de los árbitros, sufre las secuelas de la corrupción del Banco de Italia y suma un cuarto de millón de víctimas de la gigantesca estafa de Parmalat.

Por si faltaba porquería, ayer salió a la luz que el ex presidente regional de Puglia y hoy diputado de Forza Italia, Raffaele Fitto, recibió medio millón de euros para su campaña electoral a cambio de conceder contratas de sanidad por 148 millones de euros. Hay ya catorce arrestados.

Niveles tercermundistas

El problema de Italia es que la corrupción está muy instalada en Roma, y el Estado central no hace limpieza mientras el país baja a niveles de tercer mundo. Igual que «Manos limpias» nació en la fiscalía de Milán, esta vez ha sido la fiscalía de Potenza quien descubre que los mafiosos de los videopóker trucados corrompían -a través de un Saboya cegado por la avaricia y de los dos colaboradores más directos del ex ministro Gianfranco Fini- al director general de los Monopolios del Estado, la entidad que controla el tabaco, las loterías, el bingo y los casinos, recaudando cada año más de 10.000 millones de euros para el erario de un país donde la economía sumergida supera el 25 por ciento del PIB.

Francesco Storace, uno de los «coroneles» de Alianza Nacional, reconoce que «tenemos que reflexionar sobre la ética de nuestros comportamientos. La clase dirigente del partido sabe ya lo que hay que corregir en cuanto se calme el temporal».

El portavoz de Fini, Salvatore Sottile, declaró ayer ante el juez de Potenza haberse limitado a indicar al amigo que le pedía acceso para conseguir 400 licencias de videopóker el nombre del director general de los Monopolios del Estado, que le facilitó el secretario personal de Fini, Francesco Cosimi Proietti, diputado de Alianza Nacional. Las escuchas policiales revelan que hubo mucho más.

La capacidad corruptora de Italia salpica también a otros países, como demostró el caso Parmalat y como ha sucedido con Víctor Manuel de Saboya, ingresado en la cárcel de Potenza con varios de sus cómplices por los presuntos delitos de corrupción de funcionarios y explotación de la prostitución.

Objetivo: Simeón de Bulgaria

El empresario de Trieste Pierpaolo Cerani, recurrió a Víctor Manuel para corromper al entonces primer ministro Simeón de Bulgaria, quien frenaba -probablemente por alguna buena razón- los proyectos de Cerani en su país.

Las escuchas telefónicas revelan que Cerani acude al Príncipe para explotar sus lazos de parentela, y ambos traman aprovechar la circunstancia de que Simeón desea poner en venta parte de su patrimonio. Víctor Manuel proyecta involucrar a un empresario inmobiliario piamontés amigo suyo y propone a Cerani participar como socio en la operación. La trampa consistía en incluir un trámite ilegal de modo que «después le pedimos parte de lo que haya cobrado, o si no, lo denunciamos». Al tiempo que se ponía al servicio de la mafia del videopóker para corromper al Estado italiano, Víctor Manuel proyectaba engañar y chantajear a su primo Simeón de Bulgaria.

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