Carmen de Carlos - EN EJE
Vacunas
No hay truco ni vacuna que le valga para frenar esa escalada que, sólo en abril, se disparó un 80 por ciento. A veces, Dios da pan al que se saca los dientes
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Iniciar sesiónArgentina busca la vacuna contra la cesación de pagos y no la encuentra. El antídoto que funciona en el resto de las economías, salvo las destruidas como en Venezuela, no sirve para un país empeñado en desarrollar fórmulas imaginativas pero poco eficaces. El viernes vence ... el primer plazo (siempre le quedará otro) para caer en su enésimo «default». Alberto Fernández no quiere pero, por ahora, no puede o no sabe resolver su principal problema. El otro, es Cristina Fernández y luego, el coronavirus, un intruso que ha manejado, en términos de salud (no llega a 400 muertos), con acierto a golpe de confinamiento impuesto.
En Uruguay, no juegan con las cuentas ni hacen magia utilizan el sentido común y el respeto fruto del conocimiento de la sociedad. Al otro lado del río de La Plata, no se prohibió ni confinó, por la fuerza, a nadie. Luis Lacalle Pou aplicó una receta básica sin fantasear con vacunas: sinceridad, transparencia y batería de mensajes claros y contundentes. Entender que la gente (en general) no es idiota y el cerebro del pueblo está maduro, para saber la verdad y actuar en consecuencia, le ayudó a frenar una pandemia que, salvo sorpresa final, pasará a la historia de los uruguayos como una anécdota que dejó un saldo de una veintena de muertos.
Más que una vacuna, Jair Bolsonaro está pidiendo a gritos sobredosis de impunidad en vena para su descendencia y de paso, un milagro para que Covid-19 desaparezca sin mover un dedo. Brasil, por sus disparates, se ha convertido en el tercer país con mayor número de contagiados y el sexto con mas muertos del planeta (17.000).
En busca de antídotos diferentes se tropiezan en el camino Juan Guaidó y Nicolás Maduro. El primero intenta mantenerse a distancia de esa parodia de asalto al poder de Miraflores que se llamó Operación Gedeón. La cosa se le complica y más ahora que Henrique Capriles vuelve a asomar la cabeza, como repuesto suyo en la resistencia. Mientras, Maduro, el hombre sentado en un océano de petróleo, supera su propio récord con la hiperinflación. No hay truco ni vacuna que le valga para frenar esa escalada que, sólo en abril, se disparó un 80 por ciento. A veces, Dios da pan al que se saca los dientes.
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