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Carmen de Carlos - EN EJE

«¡Reaccionen, por favor!»

El tsunami planetario del Covid-19 se devora la popularidad de los que fueron un ejemplo de soberbia letal

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Algunos dirigentes terminarán sus días con el recuerdo imborrable de los muertos y el dolor que dejó su gestión. El tsunami planetario del Covid-19 (me resisto al femenino tanto como al lenguaje inclusivo) se devora, poco a poco, la popularidad de los que fueron -y algunos insisten- un ejemplo de soberbia letal. Le está pasando, entre otros, a Donald Trump, Boris Johnson, Jair Bolsonaro, Emmanuel Macron y (ya era hora) a Pedro Sánchez.

El primero ve en riesgo su reelección mientras al segundo, los británicos le apuntan a la cuenta de su desprecio inicial al virus, -estuvo a un paso de sepultarle-, la probabilidad de que este pueda terminar dejando un saldo de cadáveres superior al número de caídos en la segunda Guerra Mundial. A Bolsonaro, el psicópata en modo «Joker» sudamericano, le huyen hasta los suyos. Ministros con vocación de ser testigos de cargo de sus abusos de poder dan el portazo antes de quedar pegados a un presidente que ha resultado ser un fiasco. El último fue Sergio Moro, el hombre que puso a la sombra a Lula da Silva por corrupto. Ahora, el juez que fue ministro (cualquier parecido con Garzón es una coincidencia) busca un final idéntico para el presidente que intenta encubrir la corrupción de sus hijos, que viene a ser la suya propia.

A Macron, el único que entonó el mea culpa y reconoció el error de convocar la primera vuelta de las elecciones municipales cuando el Covid ganaba terreno en la gran Francia tras arrasar Italia y España, el electorado -según los sondeos- no parece que le perdone ni vaya a hacerlo. Recorrido similar empieza a transita Sánchez, al que el espejo de Narciso (Michavila) le devuelve, en las encuestas de GAD3 para ABC, el reflejo del hartazgo de una sociedad que comienza a despertar del letargo o hibernación forzada, por un confinamiento, con toque de queda, impuesto por una lectura falaz de la Constitución.

Los ciudadanos del mundo sienten que su paciencia se agota y entre ellos, pareciera que escucharan a Daniel Salas, el ministro de Salud de Costa Rica (de impecable gestión de la crisis) cuando ante la inacción por la pandemia estalló : «¡Reaccionen, por favor!».

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