Carlos F. Chamorro: «Ortega perdió las elecciones de noviembre cuando masacró a los nicaragüenses en 2018»
El periodista, acosado por el régimen, ha tenido que exiliarse por segunda vez para evitar ser detenido
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Iniciar sesiónCarlos Fernando Chamorr o , el periodista más importante actualmente en Nicaragua, es hijo de la expresidenta Violeta Barrios de Chamorro (1990-1997) y de Pedro Joaquín Chamorro Cárdenas , periodista y político opositor a Anastasio Somoza, que ... fue asesinado en 1978 (ha pasado a la historia como el 'mártir de las libertades públicas'). De aquel matrimonio nacieron cuatro hijos, que han dividido su vida entre el periodismo y la política. Dos de ellos actualmente se encuentran detenidos: la precandidata a la Presidencia, Cristiana Chamorro, que se encuentra en arresto domiciliario desde el pasado día 2 de junio ; y su hermano mayor, Pedro Joaquín, que el pasado viernes se convirtió en el detenido número 21 de la ola de arrestos desatada por el régimen de Daniel Ortega.
Un tercero, Carlos Fernando, director del medio ‘Confidencial’ y del programa de televisión ‘Esta semana’ (que se retransmite desde hace dos años a través de Facebook y Youtube por la censura del régimen), ha tenido que volver a exiliarse del país (ya lo hizo en 2018 tras las protestas) al considerar que «había un peligro inminente de ser detenido, cuando ni siquiera en contra de mi persona existe un proceso judicial, una citación, ninguna acusación... Sin embargo, he sido atacado, asaltado por la vía de hecho», explica a ABC por teléfono desde Costa Rica.
EXIJO QUE CESE EL ASEDIO POLICIAL/1 . Mi esposa Desirée Elizondo y yo salimos de Nicaragua, para resguardar nuestra libertad. Hacer periodismo y reportar la verdad no es un delito. Seguiré haciendo periodismo, en libertad, desde fuera de Nicaragua.
— Carlos F Chamorro (@cefeche) June 22, 2021
El periodista recuerda cómo la redacción del ‘Confidencial’ fue atacada, por segunda vez, el pasado 20 de mayo. «La policía llegó preguntando dónde estaban los periodistas golpistas. Y los periodistas no somos golpistas, hacemos periodismo y eso no es delito. El régimen califica de golpistas a las personas que reclaman elecciones libres». En aquel momento no le capturaron, porque no se encontraba allí, pero el «hostigamiento» continuó. Días después se produjo una «embestida represiva», que a día de hoy lleva un saldo de 21 detenidos: cinco precandidatos, más de 10 líderes políticos, empresarios, periodistas... «La mayoría de estos procesos se han ejecutado de manera completamente arbitraria –señala–. En Nicaragua todos estamos en la indefensión. No hay ninguna protección, ni derecho a la defensa».
«La policía llegó preguntando dónde estaban los periodistas golpistas. Y los periodistas no somos golpistas, hacemos periodismo y eso no es delito. El régimen califica de golpistas a las personas que reclaman elecciones libres»
Carlos Fernando relata cómo incluso algunas de las personas que han sido citadas por la Fiscalía, han sido detenidas antes de acudir a dicho encuentro. «La policía llega a capturarte sin emitir ninguna citación». El periodista ya había sido señalado junto a otras personas a través de una carta enviada el 13 de junio por la Cancillería de Nicaragua a varias embajadas, «imputándome delitos sin haberme investigado. Mi interpretación es que ya me habían condenado. Soy un objetivo para el régimen al que no necesitan ni siquiera procesar», subraya. Después llegaría el allanamiento de su vivienda, y la vigilancia de la casa de su madre, la expresidenta Violeta Chamorro . «El día del allanamiento organizaron un cerco de vigilancia. No eran policías de uniforme, eran grupos de civiles, parapoliciales, posiblemente, que estuvieron vigilando desde las 10 de la noche hasta las 6 de la mañana. Presumían que yo podía estar allí, y capturarme».
Usted ya se exilió en 2018, durante once meses, y después decidió regresar. ¿Imaginó que iba a asistir a esta ola represiva desatada por el régimen de Ortega?
Regresé a Nicaragua sin ninguna garantía. Tomé una decisión asumiendo mis riesgos. Lo hice porque tenía la convicción de que los derechos se recuperan ejerciéndolos. Y yo estaba reclamando la confiscación 'de facto' de mi redacción. He seguido ejerciendo el periodismo desde Nicaragua, obviamente bajo una dictadura y un estado policial que se ha mantenido invariable desde septiembre de 2018. A finales de 2020, el régimen aprobó cuatro leyes represivas –de Ciberdelitos, de Agentes Extranjeros, de Defensa de Soberanía y de Crímenes de Odio– que claramente apuntan a la inhibición de potenciales candidatos y competidores en las elecciones del 7 noviembre. Estaba claro que no iba a haber unas elecciones ni transparentes ni competitivas. Lo que nadie podía prever es la forma brutal con la que desataron esta nueva embestida. Es distinto lo que ocurrió entre abril y junio de 2018, que fue peor porque en esos meses asesinaron a centenares de personas. Utilizaron la fuerza letal de la policía y los paramilitares. Ahora están usando la fuerza del gobierno, de la policía para secuestrar a ciudadanos e intimidar a competidores políticos. Alegan que eso está amparado en leyes, que desde el primer momento se sabía que eran inconstitucionales. Pero lo que sorprende es el alcance indiscriminado de estas capturas, en las que incluyen también a empresarios, líderes cívicos, periodistas...
Daniel Ortega, que busca su cuarta reelección consecutiva, parece tener mucho miedo a la competencia en los comicios de noviembre...
Ortega perdió las elecciones del 7 de noviembre desde el momento que desató las masacres de 2018. Desde entonces sabe que no puede ganar ninguna elección. La gente salió a las calles a demandar elecciones anticipadas y gritó: «Ortega y Somoza son la misma cosa». Él no quiere ninguna competencia, a pesar de que tiene tras de sí una maquinaria fraudulenta que le apoya. El sistema electoral nicaragüense está controlado por el FSLN. No hay ningún resquicio de autonomía. La ley electoral prohibió la observación nacional e internacional. A pesar de ello, Ortega sabe que si hay competencia política puede ocurrir una situación imponderable, fuera de su control, si hay un desborde de gente que vaya a votar. Obviamente, su estrategia ha sido incentivar la abstención. Quién va a querer participar en una elección en un estado policial. La gente tiene miedo de salir, de reunirse en Nicaragua, de movilizarse, porque de hecho eso representa un delito.
«La estrategia de Ortega ha sido incentivar la abstención. Quién va a querer participar en una elección en un estado policial. La gente tiene miedo de salir»
La principal rival de Ortega era su hermana, Cristiana Chamorro, que lleva 25 días en arresto domiciliario, acusada de lavado de dinero. ¿Ha podido verla, hablar con ella? ¿Cómo está de ánimo?
No la he visto, ni he podido hablar con ella. Sin embargo, mis sobrinos han tenido comunicación constante con ella. Y mi hermana Claudia y mi hermano Pedro también la vieron. A diferencia, el resto de presos políticos están aislados en ‘El Chipote’ y no han podido ver a sus familiares. En unas declaraciones de mi hermano Pedro a Univisión dijo que Cristiana estaba bien de salud y quiere tener la oportunidad de defender su inocencia.
Su hermano Pedro Joaquín fue detenido el viernes, pocas horas después de una entrevista con la CNN en la que no rechazó la posibilidad de presentarse como candidato. ¿Ha sido esa la razón de su detención?
No veo otra causa distinta a esa. Creo que el régimen reaccionó con el mismo miedo que tiene ante los otros precandidatos presidenciales. El régimen le ha considerado como un potencial competidor.
¿El régimen se está cebando de una manera especial con la familia Chamorro?
La agresión ha sido indiscriminada. Yo no creo que pueda decirse que se trate de un conflicto de Ortega y la familia Chamorro. Va mucho más allá de eso. En todo caso, creo que es un tema de democracia y dictadura. Sí es cierto que en este momento tres hermanos estamos en esta condición: dos presos y yo en el exilio. Pero eso no empezó ahorita. A mí me ha perseguido el régimen desde que Ortega regresó a la presidencia, en 2007. También hay que decir que en Nicaragua hay un obispo, Silvio Baez, que está en el exilio. Por eso, el alcance de la situación es indiscriminada. Es un régimen de terrorismo de Estado contra la población.
¿Hay alguna manera de frenar lo que está sucediendo en Nicaragua? ¿Y quién lo puede hacer?
Creo que la presión internacional, la condena internacional... El aislamiento del régimen es fundamental para presionar por una salida política, una verdadera salida electoral. ¿Cuál es la forma más efectiva de articular esa presión? Yo creo que es una pregunta que están intentando responder tanto los gobiernos de América Latina, como la OEA, el Gobierno de EE.UU, que tiene un peso particular por la relación económica que mantiene con Nicaragua; y también la UE, y la ONU. Creo que lo positivo de este momento es que se ha comprendido que la crisis de Nicaragua requiere de una acción multilateral y de una presión sostenida, que se articule con la presión nacional. Si eso va a dar un resultado a corto plazo, las próximas semanas o meses, no parece muy viable. La dictadura tiene el control del aparato policial, paramilitar, el ejército y recursos económicos para prolongar la agonía. Porque el régimen de Ortega tiene fecha específica de salida. Está en una crisis terminal. No es sostenible porque no le ofrece a Nicaragua ninguna solución política, ni económica. Solo está aferrado al poder en el día a día. La presión externa y la resistencia nacional pueden reconducir a una salida, pero no me atrevo a dar un plazo. Pero sí creo que hay mecanismos diplomáticos, políticos y económicos para ejercer una presión importante. Ahora, Ortega no tiene escrúpulos y creo que la embestida represiva no ha terminado, está en una fase de mayor ferocidad... Podemos ver cosas peores.
«Lo positivo de este momento es que se ha comprendido que la crisis de Nicaragua requiere de una acción multilateral y de una presión sostenida, que se articule con la presión nacional»
¿Teme que la crisis en Nicaragua se enquiste como ha sucedido en Venezuela, a pesar de la presión internacional?
Es un riesgo, espero que no. Anoche entreviste al excanciller de México, Jorge Castañeda, que insistía mucho en que los paralelismos que se suelen hacer entre Venezuela, y por otro lado el régimen cubano, no necesariamente son aplicables al caso de Nicaragua. Venezuela es un país petrolero y el Estado tiene otro tipo de recursos. Es una economía fracasada, pero a fin de cuentas hay una cuota de control de economía estatal por parte del régimen. Mientras que Nicaragua es una economía abierta. Ortega no estatizó la economía ni pretendió hacer un experimento de socialización. Al contrario, lo que él hizo es una alianza con los grandes capitales de Nicaragua y de la región. Ese fue el corazón, el pilar fundamental de su modelo autoritario. Establecer un corporativismo en una economía de mercado, con una dictadura política, institucional que se convirtió en una dictadura sangrienta. Eso fracasó, pero esa particularidad de Nicaragua hace menos factible que el régimen se pueda enquistar de manera indefinida, o a mediano plazo. Por eso mi convicción de que sí puede ser más efectiva la presión internacional y nacional, siempre cívica. La gran derrota que Ortega ha tenido en esta crisis ha sido que nunca ha podido justificar la represión, ni poner una provocación a la oposición para alegar que en Nicaragua hay una guerra civil, o existe un movimiento armando en contra de su gobierno. El movimiento nicaragüense, que no gira en torno a ningún partido político ni líder, es básicamente cívico y se autodefine como ‘Azul y blanco’, los colores de la bandera nacional. Es un movimiento democrático que nunca ha pretendido recurrir a una insurrección armada, como sí fue la naturaleza de la lucha contra la dictadura de Somoza.
Les comparto mi columna: Desde el exilio, periodismo en libertad. En Nicaragua los traidores a la patria y los únicos golpistas están en El Carmen https://t.co/nl9vikBoV6
— Carlos F Chamorro (@cefeche) June 28, 2021
¿Va a seguir informando desde Costa Rica?
Desde el primer momento en que salí de Nicaragua he seguido haciendo periodismo. Así lo hice durante el exilio que viví en 2019. Salí al exilio para proteger mi libertad y para seguir haciendo periodismo.
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