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Italia

Cadena perpetua para el rostro invisible de la mafia siciliana

Mano derecha de Totó Riina y uno de los responsables de los asesinatos de los jueces Falcone y Borsellino, ha recibido la condena en rebeldía, pues lleva 27 años oculto

Matteo Messina Denaro Polizia di Stato
Ángel Gómez Fuentes

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Es el último «boss» siciliano, el «jefe de jefes» de Cosa Nostra , un sanguinario con medio centenar de homicidios a sus espaldas, el fugitivo más buscado de Europa y uno de los criminales más peligrosos del mundo. Matteo Messina Denaro (58 años), huido de la justicia desde hace 27 años, ha sido condenado por un tribunal de Caltanissetta (Sicilia) a cadena perpetua en rebeldía por ser uno de los responsables de los atentados de Palermo que costaron la vida a los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, así como a sus escoltas, en 1992 (Falcone, el 25 de mayo y Borsellino, el 19 de julio).

Por estos asesinatos que conmocionaron a Italia aún no había sido procesado. El jefe de Cosa Nostra era por aquel entonces Totó Riina, apodado «La Bestia», un criminal responsable de decenas de asesinatos. Su hombre de confianza era el propio Matteo Messina, quien a la muerte del corleonés Riina, fallecido el 17 de noviembre 2017 en la cárcel, se convirtió en el sucesor como capo de la organización criminal.

Messina es un personaje invisible . Tiene una hija a la que jamás ha visto. Se sabe que de joven fue amante del lujo y de las mujeres. También, un misógino, un asesino despiadado capaz de ordenar homicidios de jueces que eran héroes nacionales -como Falcone y Borsellino- o de cometer asesinatos por los celos más banales. Por su delgadez, lo llamaban «U siccu» («El seco») y su mirada está marcada por un ligero estrabismo. Él mismo adoptó el apodo de «Diabolik». Testimonios mafiosos han referido que se hizo cirugía plástica en Bulgaria y que se operó el estrabismo en la clínica Barraquer de Barcelona.

Se trata del mafioso más rico de Cosa Nostra. En el proceso que ha condenado a Messina, el excapo Antonino Giuffrè ha descrito a «la mafia de trapanese como la más fuerte, hasta el punto de convertirse en un punto de encuentro entre los países árabes, América y la masonería».

Este jefe de la mafia ha acumulado un auténtico tesoro , que gestiona con generosidad como estrategia de administración de su enorme poder. Quiere ser invisible para no hacer ruido y así tutelar mejor sus intereses económicos y los de Cosa Nostra. Su detención es el gran desafío para el Estado italiano.

El periodista siciliano Lirio Abbate, subdirector del semanario «L’Espresso», autor de la biografía «U Siccu, él último capo de capi», explica a ABC por qué el Estado es incapaz de atraparle: «Messina Denaro vivió al lado de Totó Riina y a su muerte se quedó con su red y sus secretos. Con el mucho dinero que ha hecho -tráfico de drogas, negocios inmobiliarios, usura…- tiene en su mano a políticos y empresarios, y ha contaminado sectores productivos, del norte al sur de Italia. Incluso, se ha visto favorecido por las fuerzas del orden, como se ha reflejado en las investigaciones, detenciones y procesos. Corrompiendo a tantos, tiene tal ventaja que hoy el Estado es incapaz de detenerlo».

Messina es una suerte de fantasma, amparado por su red oculta. No se conoce su cara, ni su voz, ni sus huellas dactilares. Es el auténtico rostro de la mafia.

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