Bush y Clinton dedican el memorial al United 93

«Dieron su vida por nosotros», dijo emocionado el expresidente George Bush, durante el acto en recuerdo a los 40 pasajeros y la tripulación del vuelo que se estrelló el 11-S

Bush y Clinton dedican el memorial al United 93 reuters

EMILI J. BLASCO

En un perdido rincón de Pennsylvania, entre minas de carbón y campos de trigo, quedó dedicado este sábado el monumento a los cuarenta pasajeros y tripulación del vuelo 93 de United que perecieron al estrellarse allí su avión el 11 de septiembre de 2001.

« ... Dieron su vida por nosotros» , dijo el expresidente George Bush, quien junto con el expresidente Bill Clinton inauguró el memorial erigido en recuerdo de quienes se enfrentaron a los cuatro terroristas y así impidieron que el avión llegara a su punto final, posiblemente la Casa Blanca o el Congreso.

Bush llamó expresamente a «no olvidar» a los cuarenta del United 93, cuyas dramáticas horas finales han sido reconstruidas en varias películas, cuando en este aniversario la atención quizá se centre especialmente en la Zona Cero de Nueva York, y en menor medida en el Pentágono.

Los «héroes» del United 93

Bush dio las gracias a los familiares de los fallecidos por haber «seguido adelante» en medio del dolor y alabó el esfuerzo de todos por haber erigido el monumento -un largo muro de pocos metros de altura, con la incriscripción del nombre de cada víctima en cada segmento del muro - allí, en medio de ningún sitio, a las afueras de la pequeña población de Shanksville.

El discurso de Bill Clinton fue aún más emotivo. Sin llegar a las lágrimas como dijo que había ocurrido con su esposa el día anterior - «llegó a casa con los ojos enrojecidos, después de pasar todo el día en Nueva York recordando el 11-S»- el expresidente comparó a los «héroes» del United 93 con quienes, tiempo atrás, resistieron en Los Alamos y con quienes, mucho antes, entregaron su vida en las Termópilas para salvar a los suyos.

«Pero aquí hay algo más -añadió Clinton-, la diferencia es que aquí no había soldados que supieran lo que tenían que hacer. Sin apenas tiempo para decidir, dieron a todo el país un don incalculable: salvaron la capital de un terrible ataque. Y lo hicieron como ciudadanos». «Pido a Dios que dentro de cientos de años la gente todavía recuerde esto», concluyó.

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