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El pulso del planeta

El FBI busca al «hombre volador» de Los Ángeles

Dos pilotos de aviones comerciales se cruzaron en pleno vuelo con un individuo ayudado por una mochila propulsora

María Estévez

Fue una escena de película: el pasado 30 de agosto, dos pilotos llamaron a la torre de control del aeropuerto de Los Ángeles para avisar de que se habían encontrado, en pleno vuelo, con un hombre atado a una mochila propulsora, tal y como ayer se confirmó al hacerse públicas las grabaciones de las llamadas. En la torre de control nadie se lo tomó a broma; al contrario, un avistamiento de este tipo no es nuevo para los controladores y el FBI ha tomado cartas en el asunto.

«Torre, American 1997. Hemos pasado a un tipo con una mochila propulsora», dice el comandante a la torre de control. «American 1997, ok. Gracias. ¿Lo ha visto a la derecha o a la izquierda», responde el controlador. «A la izquierda», contesta el comandante. Poco después, un segundo piloto, de un vuelo de JetBlue, hace la misma llamada avisando que a 275 metros hay un hombre con una mochila propulsora: «Acabamos de ver un hombre volando». «Solo esto pasa en Los Ángeles», se escucha al controlador.

Las mochilas propulsoras han dejado de ser productos exclusivos del cine de ciencia ficción. Un puñado de empresas ya fabrican estos dispositivos capaces de impulsar y mantener en el aire a una sola persona. El piloto Franky Zapata fabricó algo parecido a un patinete volador y JetPack Aviation Corp., con sede en Van Nuys (California), dice tener la exclusiva de la mochila propulsora. La tecnología es real y su presidente, David Mayman lo demostró hace cinco años, cuando voló alrededor de la Estatua de la Libertad, en Nueva York.

Pero si hay una ciudad donde los juguetes tecnológicos están a la orden del día es Los Ángeles: actores, especialistas en doblaje y millonarios aburridos disfrutan de artilugios que no están a la venta en ningún establecimiento, por lo que el FBI no desestima ninguna hipótesis sobre quién pudo sobrevolar el aeropuerto el pasado fin de semana.

Ante lo peligroso de la situación, Mayman se ha apresurado a decir que ni él ni JetPack Aviation están involucrados en el incidente: asegura que sus cinco mochilas están bajo llave y que no se ha vendido ninguno de estos ingenios, que pueden alcanzar los 75 Kms/hora y los 1.000 metros de altura. La compañía, eso sí, ofrece clases de vuelo a 4.500 euros cada una, pero dicen que sus clientes permanecen conectados a tierra a través de un cable.

JetPack Aviation tiene un contrato de investigación y desarrollo para vender al Ejército de EE.UU. esta mochila y su avión Speeder, que describe como una motocicleta voladora que puede ser pilotada por un humano o hacerlo como si de un dron se tratara. «El incidente del fin de semana ha hecho preguntarnos a todos en la industria si alguien está trabajando en un skunkworks», advirtió Mayman, usando un término coloquial para un proyecto secreto. O tal vez, reflexiona, el piloto de vio un dron con un maniquí. «No te compras esta mochila en Amazon y no es fácil conseguirla». Aunque adquirir una mochila propulsora no sea sencillo (su precio ronda los 200.000 euros), sí resulta bastante accesible obtener el permiso para volar: la Administración Federal de Aviación no emite licencias específicas para operar estos dispositivos.

No es la primera vez que Los Ángeles es testigo de un vuelo de estas características. En 1982, un conductor de camión llamado Larry Walters ató 42 globos llenos de helio a una silla de jardín y flotó a 5.000 metros, sorprendiendo al menos a dos pilotos. Walters, que fue multado con 1.500 dólares, regresó a tierra, usando una pistola de perdigones.

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