Castigados por el Brexit
Decepción en el Reino Unido ante la crisis de suministros
Los británicos sienten preocupación y desconcierto por el caos tras la ruptura con la UE. Hay quien busca esperanza en el separatismo escocés, otros se arrepienten de haber votado a favor pese al reciente sondeo que asegura que 9 de cada diez británicos volvería hoy a hacer lo mismo que en aquel referéndum de 2016
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Iniciar sesiónTodo este rollo del Brexit es un lío al que nos ha llevado una camarilla de fantasiosos, fanáticos y estafadores». Son las palabras de Nigel Topley, un profesor jubilado galés que no puede ocultar su enfado al hablar con ABC sobre la salida del ... Reino Unido de la Unión Europea (UE) y las que, según su criterio, son las consecuencias negativas de una separación que jamás debió ocurrir.
«El Brexit ha acabado con el proyecto económico y de paz más importante de la historia» , declara, antes de mencionar, con orgullo, que entre el 2002 y el 2004 trabajó «en el colegio público Alonso Cortez, en Valladolid, mientras mi esposa, Karen, hacía lo propio en el C.P. Miguel Delibes». «Ella piensa lo mismo que yo. Somos galeses europeos y la UE nos dio la oportunidad de vivir y desarrollar nuestra vida profesional durante ese breve tiempo en España, algo impensable para nuestros padres, pero nuestros nietos no podrán hacer lo mismo», lamenta. Y esta es, para este profesor de 61 años, solo uno de los resultados dramáticos de una decisión que la mayor parte de la población británica tomó basándose en «mentiras y promesas irracionales» de políticos con una agenda en la que el bienestar real de la gente no era una prioridad. «Muchas personas votaron» en el referéndum del 2016 «a favor del 'leave' (abandonar la UE) porque creían que era por algo mejor, como por más dinero para el NHS (el sistema nacional de salud), pero no por esta vergüenza de la falta de oportunidades para mis nietos en el futuro, para esta vergüenza de no poder comprar lo que queremos o de que no haya gasolina», declara.
Pese al arrepentimiento que muestran muchos, esta misma semana, una gran encuesta del Centro Nacional de Estudios Sociales dirigida por el reconocido politólogo John Curtice, aseguraba que nueve de cada diez británicos volverían a votar hoy lo mismo que hace cinco años.
Desabastecidos
Topley hace así referencia a la crisis por falta de combustible que hace solo unas semanas provocó un verdadero caos en el Reino Unido, sobre todo en Londres y el sur del país. El miedo al desabastecimiento provocado por la escasez de conductores de camiones que trasladen el carburante desde las refinerías hasta las estaciones de servicio desató las compras de pánico entre la población, lo que obligó a las gasolineras a poner un límite de 30 libras por comprador, en el mejor de los casos, y, en el peor, a cerrar. Las colas para repostar eran enormes. Y todo esto, mientras en los supermercados se ven, sobre todo durante la tarde y la noche, estanterías vacías.
La falta de camioneros y de trabajadores -muchos eran ciudadanos comunitarios que se fueron durante la peor parte de la pandemia y no pudieron regresar con el cambio de normas de inmigración tras el Brexit- también está afectando a otros productos. «Lo de la gasolina fue una situación demencial, ridícula», detalla Topley, que explica que a la dueña de la estación de servicio de la pequeña ciudad donde reside «la llamaba gente que vivía a 80 millas (unos 130 kilómetros) para preguntarle si tenía carburante», ya que en las ciudades más grandes no había. En una medida desesperada, el Gobierno del 'premier' Boris Johnson puso a los militares al volante de los camiones para que ayudaran en la distribución de combustible. Mientras tanto, «en los supermercados faltan productos frescos o no hay opción de elegir» entre marcas de un mismo producto.
Las próximas generaciones «nos llamarán traidores», dice Nigel, que considera que lo que Johnson ha calificado como un «período de transición» pos-Brexit «será un período doloroso que va a prolongarse por años y años». «Con el Brexit perdemos todos», resume, «pero nosotros, los que vivimos en el Reino Unido, perdemos más», señala con tristeza. Y también se pregunta, con disgusto: «¿Cómo es posible cambiar así la relación con tu vecino más cercano y más importante?». «Los derechos de ciudadanía europea me han sido quitados a mí y a mis nietos por mi propio Gobierno. Eso es imperdonable», asevera, y promete que seguirá «haciendo todo lo que pueda para que mi país vuelva a ser miembro del mayor proyecto de paz de la historia europea».
Sentimiento de engaño
«La gente ha sido engañada», se lamenta. Y su clamor no es único. En las redes sociales abundan los grupos anti-Brexit, de los que forman parte miles de personas, e incluso hay algunos para 'brexiters arrepentidos'. De uno de estos últimos forma parte Martin Foster, un joven de 34 años que se confiesa «muy nacionalista, muy inglés», pero que reconoce que, si pudiera volver al pasado, votaría por quedarse en la UE. Es su pareja, Laura Foster, quien prosigue el relato: «Tenemos dos niños recién nacidos, mellizos… y desde que nacieron no hace más que arrepentirse de su voto». Y aclara que ella, en cambio, optó por el 'remain' (la permanencia). Esta residente de una zona del este de Londres narra que su marido, que trabaja como conductor de Uber en turnos de hasta doce horas diarias, no pudo trabajar durante cuatro días debido al desabastecimiento de gasolina. «Eso para nosotros es mucho tiempo, mucho dinero perdido… No podemos darnos el lujo de dejar de cobrar cuatro días porque tenemos una familia», dice, antes de declarar que teme «a lo que está por venir». «Ya hemos visto que faltan algunos alimentos en el supermercado y en la prensa dicen que esto va a empeorar mucho en Navidad», apunta. «Londres es una ciudad muy cara y encima antes teníamos dos sueldos, pero dejé de trabajar para atender a los bebés y con el de él vamos muy justos, y además viene el invierno y solo en calefacción se nos va a ir una buena parte del salario, que no es mucho», cuenta. Él interrumpe para agregar que se siente «engañado por Johnson, pero sobre todo por Cameron» , que fue el que puso en marcha el referéndum.
La situación no es nada halagüeña. Las organizaciones benéficas y la campaña 'End fuel poverty' han advertido de que el aumento de los precios de la energía podrían abocar a la pobreza energética al menos a medio millón de personas , mientras otras miles podrían pasar serios apuros para mantener sus viviendas calientes en los meses más duros del invierno. Si los precios siguen aumentando, aseguran, hasta el 22,26 por ciento de los hogares del Reino Unido podrían ser incapaces de tener una temperatura interior adecuada. El panorama es aún peor para muchas familias porque el Gobierno ha cerrado algunos programas de ayuda social destinados a los afectados por la pandemia.
Una crisis triple
Todo esto es lo que la prensa, e incluso en los pasillos de Whitehall, llaman la 'EFFing crisis', siglas de 'energy' (energía), 'fuel' (combustible) y 'food' (alimentos). Por si fuera poco, el aumento de casos positivos de Covid, que en los últimos días han superado los 40.000 diarios, podría obligar al Ejecutivo a tomar medidas drásticas de nuevo, incluyendo un confinamiento que Johnson no quiere pero que tampoco ha descartado por completo. Según Simone Tagliapietra, del 'think tank' Bruegel, con sede en Bruselas, la crisis actual en la UE y el Reino Unido «es una tormenta perfecta hecha de elementos muy diferentes».
Para Dom O'Neill, emprendedor que dirige su propia empresa de servicios de producción de eventos en vivo llamada TUKE Europe, casado y padre de una niña, «el Gobierno del Reino Unido quiere hacernos creer que los problemas políticos y de suministro se deben al Covid, pero creo que no es cierto. Creo que la pandemia ha ayudado a enmascarar los problemas del Brexit». Y afirma que «cuando finalizó el período de transición del Brexit el 31 de diciembre de 2020, el país operaba a una capacidad mucho más baja de lo normal. Ahora que el Reino Unido está operando más cerca de su capacidad habitual, estamos comenzando a sufrir los predecibles desastres de la ruptura. Muchos de estos desastres 'imprevistos' fueron pronosticados por expertos a favor de la permanencia en la UE y los defensores del 'leave' los descartaron por parece un presunto 'miedo' al nuevo proyecto».
O'Neill, que viven en South Lanarkshire, en Escocia, y que también tiene una vivienda de alquiler en la ciudad de Oban, aclara que su nación «no votó por el Brexit». «Más del 62 por ciento de los votantes escoceses lo rechazaron. Escocia tampoco votó por Johnson o sus políticas destructivas. Sin embargo, estamos atrapados con Johnson en el Gobierno del Reino Unido, y nos sacaron de la UE en contra de nuestra voluntad», afirma. «A nivel personal -añade-, el Brexit ha provocado que hacer negocios como emprendedor sea mucho más difícil. Los costos de muchas cosas se han duplicado. Para mi primer proyecto en Airbnb, el coste de los materiales y la mano de obra se ha duplicado desde que salimos de la UE». También señala que «hemos visto retrasos interminables en la llegada de suministros a nuestro proyecto. A menudo esperábamos semanas para que vinieran desde la UE. Los retrasos nos han costado muchas semanas de pérdida de ingresos por alquiler, sin mencionar los miles adicionales que tuve que pagar para cubrir los aumentos de precios». «Con respecto a mi negocio de eventos en vivo, ya no trabajamos en la UE, porque es demasiado caro y complejo operar fuera del Reino Unido. Antes del Covid, se notaba la caída y cancelación de contratos», por ejemplo, para conferencias y eventos en Escocia, que empezaron a celebrarse en territorio comunitario.
Activa el separatismo
«El Brexit me entristece y me enfada mucho. Me han robado mi identidad europea. Soy una persona escocesa europea» , declara O'Neill, un padre de 38 años que agrega que la ruptura y sus consecuencias le han llevado a convertirse en «partidario de la independencia». «El Reino Unido tendrá dificultades para ser relevante en el escenario mundial durante los próximos 25 años. La única forma en que Escocia puede tener éxito en un mundo posterior al Brexit es convirtiéndose en una nación independiente y volviendo a unirse a la UE».
La de O'Neill es una esperanza similar a la de otros escoceses que se sienten traicionados por el resultado del referéndum de 2016. Pero el descontento también se palpa en las cuatro naciones constitutivas del Reino Unido, donde una parte de la sociedad considera que nadie le explicó las dramáticas consecuencias reales que tendría el divorcio ni su impacto en el día a día de millones de familias. Algo que ocurrió porque tal vez ni siquiera fueron previstas. Si solo se trata de un período de transición, como asegura el 'premier', está por verse cuánto durará.
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