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¿Qué es el G-7 y cuál es su historia?

La cumbre anual que reúne a los siete países más industrializados del mundo se remonta a 1975 y ha ido alterando su composición a lo largo de los años

El expresidente ruso, Boris Yeltsin (centro), junto a su homólogo canadiense, Jean Chretien (izqda,), en una sesión del G-8 de 1999, celebrada en Colonia (Alemania). Al fondo, los exmandatarios francés y estadounidense, Jacques Chirac y Bill Clinton EPA

Miguel Ruiz de Arcaute

Por 45º vez consecutiva desde 1975, las siete potencias industriales del mundo (Alemania, Canadá, EE.UU., Francia, Italia, Japón y Reino Unido; cuyas economías representan el 40% del PIB global en conjunto) se dan cita este fin de semana en Biarritz para hacer frente a los desafíos mundiales del momento. El G-7 de este año estará marcado, entre otras cosas, por el cambio climático, la guerra comercial y el pacto nuclear con Irán. Pero, ¿de dónde procede el concepto?

Su origen se remonta a la crisis del petróleo de 1973. El secretario del Tesoro de EE.UU. de entonces, George Shultz, convocó de urgencia a los ministros de Finanzas de las naciones más ricas del mundo –a la sazón Francia, Reino Unido, Italia y la República Federal de Alemania (RFA)– para tratar de encontrar una salida a la coyuntura. El ingreso de Japón algunos meses más tarde –a propuesta de EE.UU– conformó lo que acabo conociéndose como el «Grupo de los Seis».

Una insólita concatenación de crisis de gobierno en cuatro de los cinco Estados miembro a punto estuvo, sin embargo, de poner en peligro la continuidad del club a lo largo del año siguiente. Primero fue Francia, con la muerte del presidente Georges Pompidou y la renuncia de su sucesor natural a sustituirle. Más tarde, Alemania, cuyo primer ministro, Willy Brandt , se vio obligado a dimitir a raíz de un escándalo. Por último, otra dimisión, la de Richard Nixon a raíz del caso Watergate, se unió a la ruptura del Gobierno británico. Pero el nuevo presidente, Gerald Ford, terminó retomando la idea y pidió a los nuevos mandatarios una reunión al año siguiente para conocerlos.

A lo largo del tiempo fueron sucediéndose nuevas incorporaciones. En 1976, la necesidad de EE.UU., la RFA y Francia de contar con un interlocutor anglófono con más experiencia política que el nuevo «premier» británico, Jim Callaghan, abrió las puertas a la adhesión de Canadá, el país más rico después de los otros seis. Un año después, Reino Unido invitó a la Unión Europea a la tercera cumbre, que tuvo lugar en Londres, en calidad de «miembro no numerario» (al ser una organización supranacional y no un Estado soberano). Sus más altos representantes (los presidentes de la Comisión y el Consejo) han acudido desde entonces a todas y cada una de las cumbres. Dos décadas después, en 1998, el ingreso de una Rusia que comenzaba a abrazar el capitalismo marcaba el inicio de una nueva era, la del G-8. No duraría mucho: el grupo volvería a su estado original en 2014, cuando Moscú se anexionó Crimea y el resto de miembros acordó su expulsión por unanimidad.

Las resoluciones adoptadas por el G-7 al final de cada foro no son vinculantes, sino meramente orientativas. Su finalidad última es diseñar un plan de acción conjunta con el que dar respuesta a los desafíos. Hasta 1985, la fecha del encuentro y los asuntos tratados durante el mismo se mantenían en secreto, emitiéndose únicamente un pequeño comunicado con las conclusiones alcanzadas al final de la cumbre.

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