Atascados a diez grados bajo cero: el riesgo de morir congelado en el convoy militar ruso camino a Kiev

El invierno templado que ha vivido esta parte del este de Europa en el último mes, más cálido de lo habitual, ha provocado que el suelo quede embarrado , dificultando el movimiento de tanques y blindados rusos, quedando atascados muchos de ellos por la ‘rasputitsa’ , es decir, la infiltración en el suelo de agua procedente del deshielo de las nieves acaba provocando un mar de lodo del que es muy complicado salir y a través del que resulta imposible avanzar.

A este inesperado ‘aliado’ de las fuerzas ucranianas se une su brava resistencia en ciudades clave como Kiev, la escasez de combustible al alargarse los tiempos previsto inicialmente por las tropas de Putin para tomar la capital y diferentes fallos mecánicos . Estas incidencias han provocando un atasco monumental del convoy de más de 60 kilómetros que avanzaba hacia la capital desde el noroeste, quedando varado a unos 20 kilómetros de los límites de la ciudad.

Esta gran columna militar, formada por vehículos blindados, tanques, artillería remolcada y otros vehículos , habría salido de la Base Aérea Antonov , al norte de Priborsk y en estos momentos sigue parada , mientras un nuevo y despiadado enemigo se cierne sobre ella: un repentino desplome de las temperaturas , que ya ha marcado mínimas de -10º centígrados y que está previsto que se mantengan en los próximos días.

En declaraciones a medios anglosajones, el ex comandante del ejército británico, Kevin Price , asegura que los rusos están metidos en una trampa mortal ya que los tanques a esas temperaturas se convierten en «congeladores de 40 toneladas» , poniendo en serios aprietos a los soldados rusos , que no podrán pernoctar en su interior bajo el riesgo de perecer congelados.

Glen Grant , experto en defensa de la Fundación de Seguridad del Báltico, en declaraciones al semanal estadounidense ‘Newsweek’, apunta que los tanques se convierten «en una nevera por la noche si no está funcionando el motor», hasta el punto de que los soldados de estos tanques podrían morir congelados .

Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, aunque en este caso podemos afirmar que incluso lo puede hacer una tercera, una cuarta...

El primer antecedente lo sufrieron los soldados de Napoleón , que en 1812 intentó conquistar el imperio ruso. Cegado por sus arrolladoras campañas en suelo europeo, el «pequeño corso» (que no era tan pequeño ya que en realidad medía 1,68 metros, estatura estimable para su época ) pensó que su invasión sería poco más que un paseo militar. Un severo error de cálculo que supuso consecuencias gravísimas: casi medio millón de soldados de la Grande Armée murieron ante las inclemencias del « General Invierno ».

Casi 130 años después, Hitler , animado por los éxitos de la « Guerra Relámpago » , que le permitieron doblegar a los franceses en tiempo récord, pensó que esta vez sería diferente. Convencido que en pocas semanas doblegaría al Ejército rojo , en junio de 1941 lanzó la « Operación Barbarroja » . desdeñando la lección histórica que tanto costó aprender a Napoleón. El barro, la resistencia soviética y la posterior llegada del crudo invierno a la estepa supuso la tumba para 3,5 millones de soldados alemanes .