Asiáticos en EE.UU.: el drama de la ‘minoría modelo’ sale a la luz

El asesinato de seis mujeres en Atlanta ha «redoblado» el miedo de los miembros de esta comunidad

Manifestación de la comunidad asiática pidiendo que pare el odio contra ellos REUTERS

Las calles del ‘chinatown’ de Manhattan son siempre un avispero de comerciantes, turistas, oficinistas, todos agolpados entre restaurantes y tiendas de ‘todo a cien’, con las aceras plagadas de baratijas falsificadas y mostradores con el mejor pescado y fruta de la ciudad. La velocidad de ... Nueva York se acelera en sus esquinas ruidosas, tomadas por estudiantes que sorben ‘noodles’ y ‘dumplings’ baratos, repartidores con cigarrillos pegados a los labios y adolescentes que hacen cola en la última heladería de moda. La pandemia ha congelado durante un año al ‘chinatown’, igual que al resto de la ciudad y de muchas partes de Estados Unidos. Pero, aquí, como en el resto de los barrios chinos y sus comunidades, con un velo sombrío adicional: el de la oleada de ataques racistas vinculados con el virus.

La tragedia de Atlanta de esta semana ha culminado un año traumático para la comunidad asiática. Un hombre atacó a tres centros de masaje en la principal ciudad de Georgia y seis de las ocho víctimas eran mujeres asiáticas.

La masacre ha devuelto la mirada a la realidad de ataques, abusos y racismo contra esta minoría, un fenómeno a veces olvidado por la presencia de otras tensiones raciales. Durante la pandemia, que exacerbó la animosidad contra las comunidades asiáticas, ha vuelto a los ojos de todos.

Lugar donde tuvieron lugar los asesinatos en Atlanta esta semana REUTERS

En Nueva York, por ejemplo, el año pasado se registraron 28 crímenes de odio contra asiáticos , frente a solo tres del año anterior. En todo EE.UU., la organización Stop AAPI Hate, que registra incidentes de ataques a minorías asiáticas, ha documentado más de tres mil desde el comienzo de la pandemia.

Los i nsultos como ‘¡vuélvete a China!’ han sido habituales, pero son los menos graves. El paso de los meses y la mejora de la situación con la pandemia no ha evitado los ataques. El pasado 18 de febrero, una mujer asiática de 52 años fue zarandeada y arrojada contra el suelo por un hombre que le acusó de ponerse demasiado cerca esperando una cola en el barrio chino de Queens. Ese mismo día hubo cuatro agresiones a asiáticos en Nueva York. Poco después un asiático fue apuñalado en las inmediaciones del ‘chinatown’ de Manhattan.

«Me da miedo coger el metro», dice a este periódico Tiffany , estadounidense de origen taiwanés y que vive en Nueva York desde hace años, con una sensación que se ha acrecentado por las protestas en la ciudad ante los últimos casos de ataques a la comunidad asiática. También asegura que se siente más segura si su marido, que es blanco, acude a la puerta cuando alguien llama. «Ya estábamos en un ambiente de mucha ansiedad y miedo y con los últimos ataques se ha redoblado», asegura por teléfono Marita Etcubañez, de origen filipino, directora de Iniciativas Estratégicas de Asian Americans Advancing Justice (AAJC), una organización en defensa de los derechos civiles de esta minoría.

'Virus chino'

El ambiente político tóxico y polarizado que domina EE.UU. ha sido determinante en la tensión que vive la comunidad asiática del país. Donald Trump, cuya gestión de la pandemia fue determinante para no conseguir la reelección como presidente, calificó al Covid-19 como ‘virus chino’ o ‘virus de China’. Incluso compartió la acepción de ‘kung flu’ un juego de palabras entre el arte marcial chino y ‘flu’ (gripe). Sus aliados políticos y los medios afines también lo utilizaron sin parar. A finales de marzo del año pasado, cuando era evidente que el presidente relacionara al virus con la comunidad asiática podría ser una bomba de tensiones raciales, Trump dijo que dejaría de utilizar el término. El compromiso le duró pocos días y regresó a él. A día de hoy lo sigue usando.

Trump, cuando gestionaba la pandemia REUTERS

«Siempre dijimos que era racista y que ponía la diana en la espalda de los asiáticos estadounidenses», dice Etcubañez. «Son palabras que hacen daño y contribuyen a un ambiente en el que la gente que es racista se siente envalentonada para hacerlo porque el presidente también lo hacía. Fue muy dañino y lo denunciamos, pero no paró».

La pandemia, en realidad, ha hecho aflorar tensiones raciales que no son nuevas. Desde los primeros grandes flujos migratorios de asiáticos a EE.UU., los inmigrantes chinos a California a mediados del siglo XIX, ha habido discriminación y abusos. Hubo masacres como las de Los Ángeles en 1871 o la de Rock Springs (Wyoming) en 1885. En 1882, EE.UU. firmó la primera ley para prohibir la inmigración de un grupo racial, la Ley de Exclusión China. Era también habitual que a las comunidades que quedaron se les criticara por insalubridad o por propagar enfermedades, como en la peste bubónica de San Francisco en 1900; algo no muy lejano a lo que ha ocurrido en el último año en los ‘chinatowns’ de muchas ciudades del país.

Campos de internamiento

Los abusos no quedaron ahí. En la Segunda Guerra Mundial, cientos de miles de japoneses, también quienes eran ciudadanos estadounidenses o inmigrantes de segunda y tercera generación fueron forzados a pasar la guerra en campos de internamiento. Fue el capítulo más abultado de la reacción contra el llamado ‘peligro amarillo’, la idea de que los asiáticos son una amenaza para las poblaciones occidentales y de la que todavía queda huella en EE.UU.

Esas tensiones, sin embargo, muchas veces se olvidan por el protagonismo de las relacionadas con la minoría negra. Al contrario, con los asiáticos se ha creado la idea de la ‘minoría modelo’: integrada y con alto porcentaje de éxito académico y económico.

Campo de Amache, en Colorado

«La idea es ‘quédate callado, sigue las reglas y te irá bien’», dice Tiffany sobre la cultura que prevalece en su comunidad y que deja de lado episodios de discriminación y abuso. Al contrario que otras comunidades, la suya ha dejado de lado su historia –por ejemplo, la huida de sus abuelos del comunismo chino– «para centrarnos en la integración. Si compartes tu pasado, tienes menos posibilidades de éxito». Tiffany siente ahora que su éxito personal es un impedimento a la hora de denunciar abusos o discriminación de corte racial: «Me he sentido como si no pudiera protestar por esas situaciones por haber conseguido éxito personal», lamenta.

Para Etcubañez, la idea de la ‘minoría modelo’ «es un mito, un estereotipo » que no se compadece con la realidad –hay grupos asiáticos muy diferentes– y que acaba por «sembrar divisiones con otras minorías raciales». Eso se vio muy bien en los disturbios raciales entre negros y coreanos en Los Ángeles a principios de los noventa y regresa periódicamente.

La esperanza para ella es que la oleada de ataques de la pandemia y el episodio trágico de Atlanta sean un punto de inflexión en la atención que la clase política y los medios dan al racismo contra los asiáticos: «Nuestra comunidad todavía es en cierto modo invisible. Muchos todavía ven el racismo como algo de blanco y negro».

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