Asesinan a un periodista en el noreste de México, el decimosegundo en 2022

Reporteros Sin Fronteras ha manifestado el estupor ante «una violencia inédita» en el país más mortífero para ejercer el periodismo, sólo superado por la tristemente bélica Ucrania y rebasando a Afganistán en 2022. Y eso que este sólo llevamos recorridos los seis primeros meses.

El asesinato de Antonio de la Cruz guarda un escalofriante símil con el ataque a sus otros once compañeros ya que fue tiroteado, a la salida de su domicilio (otro escenario posible suele ser el lugar de trabajo). Desgraciadamente fue acribillado a tiros mientras acompaña la mañana del lunes a su hija que ha resultado herida grave (algunos medios han contemplado incluso su fallecimiento) y a su mujer.

El duodécimo asesinato recuerda a tantos otros informadores: por ejemplo, Rubén Espinosa Becerril junto a cuatro mujeres en su departamento, Lourdes Maldonado pidiendo ayuda ante los medios al presidente del Gobierno porque temía por su vida o Armando Linares que denunció el asesinato previo de su compañero de redacción. La comparativa estremecedora es inevitable si tenemos en cuenta estas muertes: al vil ejecutar le da igual la trascendencia de sus actos o si están acompañados de otras posibles víctimas. Simple y llanamente porque se diluyen como una gota en el océano entre los más de 120.000 homicidios dolosos durante el mandato de AMNLO y, sobre todo, los malhechores se ven intocables ante un 98 % de impunidad. Es más, si en alguna rara ocasión se apresa al asesino ejecutor, es casi imposible que se dé con el cerebro de la trama.

Por este último asesinato de Antonio de la Cruz, reportero durante quince años en el Expreso, su grupo editorial exige que «a todas las autoridades para que se haga justicia». La Fiscalía General mexicana ha anunciado que abrirá el Protocolo Homologado de Investigación de Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión para avanzar en la investigación en Ciudad Victoria, la capital de Tamaulipas, estado fronterizo con Estados Unido por el este y considerado uno de los más violentos. Unas investigaciones que puede llevar por unos derroteros poco habituales en la conciencia ciudadana ya que, a los narcotraficantes, se unen funcionarios corruptos o gobernantes sin escrúpulos que buscan acabar con informadores molestos. Lo único que es cierto, es que México se ha convertido en el más mortífero para la prensa sumido en una senda criminal que nadie para. Aún así, la esperanza se cierne con algunos casos de actualidad como el del periodista maya independiente, Edwin Canché, que acaba de recibir una disculpa pública proveniente del exalcalde y el exdirector de la policía de Seyé (Mérida) por haberle agredido por su labor periodística.