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Alemania condena a 10 años a una alemana del Daesh por dejar morir de sed a una niña yazidí de 5 años

Jennifer Wenisch, de 30 años y oriunda de Lohne, en Baja Sajonia, después de convertirse al Islam, había viajado a Iraq para reunirse con «sus hermanos»

Jennifer W. al llegar al juicio AFP
Rosalía Sánchez

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Los castigos en casa iban desde palizas hasta permanecer atada a un poste del patio, que hacía las veces también de corral. Así fue como murió la niña yazidí convertida en esclava en Iraq , durante un castigo tan largo y en el que no se le proporcionó agua para beber que tuvo como consecuencia la muerte por deshidratación. La mujer a cuyo cargo estaba la niña de cinco años, Jennifer Wenisch, ha sido condenada hoy en Alemania a diez años de prisión, una sentencia muy contestada por los manifestantes que esperaban la sentencia a las puertas de la Audiencia Territorial de Múnich. «Yo no soy capaz de entender que no la hayan condenado a cadena perpetua», protestaba a las puertas del juzgado Adaj Sadhemir , activista por los derechos de los yazidíes, una minoría perseguida por los yihadistas en Siria, «la misma suerte que esta niña la corren miles de niños en los territorios en los que domina Daesh y esta sentencia debería haber sido ejemplar, les aseguro que estos diez años de cárcel no les asustan».

Jennifer Wenisch, de 30 años y oriunda de Lohne, en Baja Sajonia, después de convertirse al Islam, había viajado a Iraq para reunirse con «sus hermanos», según ella misma declaró durante el juicio, que comenzó en abril de 2019. Durante varios meses, formó parte allí de la policía musulmana en Faluya y Mosul , donde patrullaba armada, vigilando y haciendo cumplir las reglas de vestimenta femenina y demás normas establecidas por los yihadistas, como la prohibición de que las mujeres solteras salgan solas a la calle. En el verano de 2015, la condenada y su entonces esposo, Taha Al-Jumailly, procesado en la actualidad en Fráncfurt en un juicio paralelo, compraron una niña de cinco años y a su madre de la minoría yazidí, prisioneras de Estado Islámico y a las que querían destinar al cuidado de la casa o de los animales, en régimen de esclavitud

Tras muchos abusos relatados en el juicio, la pequeña fue «castigada» por el marido por haber orinado en un colchón: fue atada a una ventana del exterior de la casa, a una temperatura entorno a los 50 grados centígrados. La niña murió de sed mientras su madre, Nora T., se vio obligada a permanente al servicio de la pareja. La alemana, tras su regreso a Alemania y estando la Fiscalía en conocimiento de estos hechos, fue acusada cusada de haber dejado actuar a su compañero sin intervenir y Jennifer Wenisch declaró en la audiencia que había «tenido miedo» de que «la empujara o lo encerrara». Sus abogados, como los de Taha Al-Jumailly, han admitido que la niña podría haber sobrevivido si hubiera sido traslada a un hospital in Faluya.

Detenida por los servicios de seguridad turcos

Los momentos más intensos del juicio se han vivido durante el testimonio de la madre de la niña, Nora T., que ahora vive como refugiada y oculta en Alemania. Relató los trabajos diarios a los que era sometida su hija, sin lugar a dudas demasiado pesados para una niña de su edad, y el estado de terror constante en el que vivía la pequeña por temor a los castigos. Nora T. ha descrito cómo la etnia yazidí es considerada por debajo de la escala humana, por parte de los yihadistas, de manera que recibe el mismo trato vejatorio que los animales. «Este es un juicio escaparate», se ha defendido por su parte Wenisch, «quieren convertirme en el ejemplo de todo lo malo pasó bajo el Estado Islámico, pero eso aquí no lo pueden entender y están juzgando desde un Estado de derecho con parámetros que no existen en aquella realidad».

Jennifer Wenisch fue detenida por los servicios de seguridad turcos en enero de 2016 en Ankara y, después, extraditada a Alemania, pero no entró en un centro de detención hasta junio de 2018, cuando fue detenida mientras intentaba llegar con su hija de dos años a los territorios que aún controlaba el Estado Islámico en Siria. Durante ese intento, la acusada contó al hombre que había prometido trasladarlas a las dos detalles sobre su vida en Iraq, pero el traficante de personas era en realidad un informante del FBI que la condujo en un automóvil equipado con micrófonos y grabó toda la historia. La Fiscalía utilizó las cintas para acusarla en el primer juicio relacionado con crímenes cometidos contra los yazidíes, la minoría kurda asentada en el norte de Iraq. El tribuna, según reza la sentencia, «consideró probado que la acusada no se esforzó por salvar a la niña, a pesar de ser consciente del estado muy grave en el que se hallaba». Considera que durante las 77 vistas ha quedado probado que la menor y su madre fueron esclavizadas en el hogar de la acusada y de su marido, entre mayo o junio y agosto de 2015, por su condición de miembros de una minoría étnica.

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