El Afganistán de los talibanes abre un nuevo episodio de la lucha contra el terror

La retirada de las tropas de EE.UU. y el imprevisto avance talibán disparan el temor a que el país vuelva a ser santuario del terrorismo global

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Talibanes montan guardia en un vehículo a lo largo de la carretera en Kabul AFP / Vídeo: ATLAS

El pasado lunes, en un discurso a la nación y con las imágenes de la desbandada estadounidense de su embajada en Kabul frescas en la retina del votante, Joe Biden justificó con vehemencia la retirada de tropas de Afganistán. «Fuimos a Afganistán ... hace casi veinte años con un objetivo claro: ir a por los que nos atacaron el 11 de septiembre de 2001 y asegurarnos de que Al Qaida no use Afganistán como base para atacarnos», defendió. «Lo hicimos. Deterioramos severamente a Al Qaida en Afganistán», añadió el presidente de EE.UU., que recordó la muerte de su líder, Osama bin Laden , a manos de un comando estadounidense en Pakistán. «¿Qué interés tenemos ahora en Afganistán, con Al Qaida desaparecida?» , insistió en su segundo discurso, el viernes, tras el comienzo de la crisis. El problema es que eso no es cierto. El propio Pentágono tuvo que corregir después al presidente y reconocer que «sabemos que Al Qaida tiene presencia, al igual que Daesh, en Afganistán, y hemos hablado de ellos durante un tiempo», dijo su portavoz, John Kirby .

El interés que debe seguir EE.UU. en Afganistán, en la visión de Biden, es solo combatir el terrorismo . La paradoja de su razonamiento es que, para algunos, la retirada intempestiva de tropas –una promesa electoral popular, al menos hasta ahora, en EE.UU.– dificulta ese objetivo.

No solo porque la extraordinaria ofensiva de los talibanes es una victoria moral para el extremismo islámico en todo el mundo, que podría animar ataques terroristas de 'lobos solitarios', como apuntan algunos analistas. Un Afganistán bajo control talibán puede volver a ser, como lo era durante su anterior control del país, entre 1996 y 2001, un santuario para terroristas. El ejemplo más gráfico se produjo en la víspera del primer discurso de Biden, casi a la vez que los talibanes tomaban el control de Kabul . Setenta kilómetros al norte de la capital afgana, los insurgentes apresaban la base aérea de Bagram , el gran centro de operaciones del ejército de EE.UU. durante las dos décadas de guerra, hasta que lo abandonaron a comienzos de julio. Los talibanes tomaron el control sin pegar un tiro, con los soldados del ejército afgano rendidos. En Bagram también está la mayor cárcel del país, entre cinco y siete mil prisioneros. La liberaron y entre quienes escaparon estaban cabecillas talibanes, de Al Qaida y de Daesh, encerrados hasta entonces en una zona de máxima seguridad.

Relación con grupos terroristas

Es imposible predecir qué harán los talibanes en su relación futura con Al Qaida y con otros grupos terroristas, como Daesh y otras filiales de la región. En el acuerdo que firmaron con el anterior Gobierno, el de Donald Trump , para impulsar la salida de tropas estadounidenses, se comprometían a «no permitir que ninguno de sus miembros, otros individuos y grupos, incluido Al Qaida, use el suelo de Afganistán para amenazar la seguridad de EE.UU. y de sus aliados». En la comparecencia esta semana de un portavoz talibán en Kabul, repitió la idea de que no dejarán que se utilice el país «para atacar a otro país».

No dejarán que se utilice el país «para atacar a otro país»

Aunque la fiabilidad de los talibanes es muy dudosa, lo que es seguro es que su toma del poder acelerada –la Administración Biden contaba con que el Gobierno de Kabul aguantara al menos entre 12 y 18 meses– ha hecho recalibrar las previsiones de EE.UU. sobre la amenaza terrorista en Afganistán.

El pasado junio, el secretario de Defensa, Lloyd Austin, aseguró ante el Congreso que el Pentágono consideraba que existía un riesgo «medio» de que los grupos terroristas ganaran una presencia considerable en Afganistán y que «tardarían dos años en alcanzar esa capacidad».

Con Kabul tomado por los talibanes el domingo pasado, el jefe del Estado Mayor del ejército, el general Mike Milley , reconoció que, en las nuevas circunstancias, estaban revisando a la baja esas previsiones.

«Cuando ellos se van, eso significa que nosotros también nos vamos»

La razón obvia de un posible aumento de la actividad terrorista desde Afganistán es que las labores de inteligencia han sufrido un revés decisivo con la retirada de las tropas y con el derrumbe del ejército afgano ante los talibanes. «Cuando ellos se van, eso significa que nosotros también nos vamos», ha explicado Marc Polymeropoulos, que tuvo puestos de responsabilidad en Afganistán en la CIA , a la agencia AP.

EE.UU., sin bases en la frontera afgana

A la falta de inteligencia apoyada por los militares en el terreno se une que EE.UU. no tiene bases militares en ninguno de los seis países que tienen frontera con Afganistán : Irán, Pakistán, Tayikistán, Uzbekistán, Turkmenistán y China. EE.UU. tiene que operar desde sus bases en los países del Golfo.

«Nos enfrentamos a esas amenazas en otras partes del mundo»

Eso no es inconveniente para Biden, según ha defendido estos días. «La amenaza del terrorismo se ha metastatizado. Hay mucho mayor peligro de Daesh o Al Qaeda y el resto de sus afiliados en otros países que en Afganistán», dijo en su discurso del viernes. «Nos enfrentamos a esas amenazas en otras partes del mundo y en estados fallidos sin tener una presencia militar permanente en ellos. Tenemos que hacer lo mismo en Afganistán». Es lo que su secretario de Estado, Antony Blinken , ha calificado como operatividad «más allá del horizonte», es decir, la capacidad de monitorear y atacar en lugares de Afganistán con cazas y drones enviados desde otros países.

Riesgo de terrorismo

Algunos pintan una perspectiva mucho menos optimista. Nathan Sales, un ex coordinador de antiterrorismo para el Departamento de Estado, ha asegurado a 'The New York Times' que, tras la salida expedita de Afganistán, «el riesgo de terrorismo para EE.UU. va a empeorar de forma dramática» y que es «seguro» que Al Qaida restablecerá su santuario en el país y buscará atacar desde allí. Su estimación es que Al Qaida, con financiación fresca y más reclutamiento, tendrá presencia significativa en Afganistán en un plazo de tres a seis meses .

«El riesgo de terrorismo para EE.UU. va a empeorar de forma dramática»

En EE.UU., los republicanos han sido los más críticos con la situación en la que quedará la lucha antiterrorista en Afganistán. Para el diputado John Katko , el legislador de mayor rango en el comité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes, la salida apresurada de las tropas es un «trampolín perfecto» para el reagrupamiento de los grupos terroristas y convertirá a Afganistán en la «sede mundial del terrorismo».

Al Qaida 3.0

Su compañero de bancada, Mike Waltz , pronosticó que en los próximos años veremos una versión de «Al Qaida 3.0» y que, sin tropas y sin bases en la región, «estamos ciegos».

Un periodista preguntó a Biden tras su comparecencia del viernes si, tras el error evidente de cálculo de su Administración sobre el empuje de los talibanes, se puede confiar en el análisis optimista que hace su Gobierno sobre la supervisión de la actividad terroristas en Afganistán de aquí en adelante. «Eso es comparar manzanas con naranjas», respondió el presidente de EE.UU.

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