Cameron planta cara a los nacionalistas y refuerza la base nuclear de Escocia

George Osborne, posible sucesor de Cameron y su hombre fuerte, presentó ayer el proyecto en la cubierta de uno de los cuatro submarinos atómicos con que cuenta el Reino Unido. El ministro de Economía, con una imagen casi castrense para la ocasión, destacó que este gasto permitirá mantener los 6.700 empleos directos que genera Falsane e incluso ampliarlos a 8.000. Pero en realidad el viaje de Osborne a Escocia y la apuesta por la base naval tiene mucho más de operación política que económica. El Gobierno trata de retratar a los nacionalistas escoceses y al favorito para el liderazgo laborista, el radical Jeremy Corbyn , como sendas amenazas para la seguridad nacional, pues ambos abogan por desmantelar el arsenal nuclear.

En la campaña del referéndum por la independencia de hace un año la retirada de los misiles atómicos de Escocia fue una de las banderas estelares de los separatistas. La primera ministra de Escocia, Nicola Sturgeon , que vive un romance con su electorado y este año encara los comicios escoceses, ha respondido al anuncio de Osborne tildándolo de «arrogante», por adelantarse a la decisión del Parlamento de renovar o no los submarinos atómicos de Falsane, que se tomará este año. Sturgeon, una política habilidosa y buena dialéctica, recurrió a un argumento un poco simplista, pero que siempre tiene su público: el dinero que se destina a las bombas nucleares estaría mejor invertido en «mejorar la sanidad, la educación y ofrecer a los jóvenes un mejor arranque para sus vidas». Los nacionalistas proponen que la inversión en Defensa baje desde el 2% actual al 1,7% del PIB escocés y que la base albergue solo armas convencionales.

«En un mundo incierto, ¿queremos de verdad tirar la política de defensa más esencial de Gran Bretaña?», replicó Osborne, que habla de «una alianza nada sagrada entre la izquierda laborista insurgente y los nacionalistas escoceses».

En la base de Falsane de la Royal Navy , situada en el estuario de Clyde, se ubican los cuatro submarinos atómicos «Vanguard», equipados cada uno con ocho misiles Trident II D-5, que navegan desde 1998. El Parlamento británico decidirá este año si son renovados o no. Los nuevos, llamados «Successor», entrarían en funcionamiento en 2028 y llevarían los mismos misiles, cuya vida útil expira en 2042. Lo cierto es que la inversión es enorme: 33.150 millones de euros. Los conservadores abogan por acometerla y Ed Miliband, el anterior líder laborista, también lo apoyaba.

Pero el próximo 12 de septiembre la izquierda tendrá nuevo líder y el favorito es el veterano Jeremy Corbyn, más en la línea de un Podemos o un Syriza que en la del laborismo post Blair. Corbyn tiene a gala ser «un opositor moral» a las armas nucleares. Osborne, que podría ser su rival en las elecciones de 2020, ya entró ayer en precampaña al comentar que la carrera por el liderazgo laborista parecía «un asunto de chiste», pero se ha convertido en «algo mortalmente serio».

El ministro ratificó que el Reino Unido cumplirá con la petición de la OTAN a sus países miembros de que destinen a defensa el 2% del PIB. Según una encuesta reciente de YouGov solo el 20% de los votantes británicos están a favor de desmantelar el arsenal atómico. Pero en Escocia la mirada es distinta y allí la mitad piden su retirada.