«No sabíamos que vivíamos tan cerca de sustancias peligrosas»

En medio de un paisaje apocalíptico de camiones destrozados y miles de coches calcinados, los esqueletos de varios edificios de oficinas se alzaban fantasmagóricos frente a la estación de tren de Dongahi Lu, sobre la que cayó una lluvia de hierros, chapas y bidones que parecían estrujados y lanzados por la mano de un gigante. A pesar del tiempo transcurrido, aún se oían pequeñas explosiones provocadas por las sustancias químicas almacenadas en el depósito de una empresa de logística, Ruihai, que estalló el miércoles por la noche con una potencia superior a 20 toneladas de TNT.

Entre ellas destaca el cianuro de sodio, un componente químico usado en fumigaciones y en la industria minera que resulta mortal si se inhala. Tal y como habían informado en días anteriores los medios chinos, el almacén guardaba «cientos de toneladas» de tan letal sustancia. Finalmente, así lo reconoció ayer un general del Ejército, Shi Luze, que ha enviado a 217 expertos en guerra química para luchar contra este desastre , uno de los peores accidentes industriales que se recuerdan en China.

De momento, el siniestro ha dejado ya 112 muertos y más de 700 heridos, de los que medio centenar están graves. Pero la cifra de fallecidos seguirá aumentando porque aún hay 95 desaparecidos, de los que 85 son bomberos que habían acudido a apagar el fuego en el almacén de la empresa de logística que causó las explosiones.

Paradójicamente, los primeros indicios apuntan que ellos mismos pudieron provocarlas cuando rociaron con sus mangueras algunos de los componentes químicos allí almacenados, altamente inflamables en contacto con el agua. Aunque más de 6.000 residentes han sido evacuados y el hedor a productos químicos quema la garganta en algunos lugares, las autoridades aseguran que no hay riesgos para la salud fuera del perímetro cerrado.

«Ninguno de los vecinos sabíamos que vivíamos tan cerca de sustancias peligrosas», se quejaba ayer a ABC Sun Jing, una profesora de Filosofía que residía en un bloque de apartamentos a solo 600 metros del depósito químico. Aunque la legislación china establece una distancia de seguridad de un kilómetro , nadie se lo advirtió cuando, hace dos años, compró un apartamento en esta zona residencial contigua al puerto de Tianjin.

En plena expansión, aquí se levantan bloques de treinta plantas donde el metro cuadrado cuesta 10.000 yuanes (1.400 euros) y complejos de oficinas con todos sus cristales reventados por las explosiones. «Afortunadamente, no estaba en mi casa aquella noche, pero ahora no puedo volver a recoger mis pertenencias porque toda esta zona ha sido evacuada», se lamentaba junto al ventanal de un rascacielos contiguo que voló con la onda expansiva.

Quienes sí habían podido volver para recuperar sus enseres eran los trabajadores de una fábrica de la marca automovilística Volkswagen, que salían de sus dormitorios colecti vos cargando sus ordenadores, su ropa y hasta un pequeño ratón en una jaula, como hacía Xing Xiaoyuan. Junto a otros empleados de distintas multinacionales extranjeras, como Toyota y Samsung, todos ellos vivían en unos apartamentos cercanos al puerto que han quedado dañados por las explosiones.

«A mí no me dejan entrar por miedo a que haya algún derrumbe por fallos en la estructura y también para que no haya robos en los pisos abandonados», explicaba Xue Jianbao, un joven operario de la factoría de Samsung en Teda. En esta gigantesca zona industrial, a cuarenta minutos en coche del centro de Tianjin, operan 15.000 empresas, entre las que destacan 200 multinacionales, como Coca-Cola o Yamaha, que se han instalado aquí aprovechando que su puerto es uno de los mayores del país. Mientras los desperfectos en sus dormitorios son arreglados, las compañías han trasladado a sus trabajadores a otros apartamentos.

De visita en Teda, el primer ministro chino, Li Keqiang, prometía llegar al fondo de la tragedia para depurar responsabilidades. Ante sus irregularidades por la cercanía a un área residencial y el almacenamiento de sustancias peligrosas por encima de los límites permitidos, los responsables de la empresa de logística Ruihai están siendo interrogados. Además, la Fiscalía del Tribunal Supremo abrió ayer una investigación por dejación de funciones y abuso de poder que, seguramente, salpicará a los funcionarios locales.