Cristina Fernández sí se vio con el Papa en El Vaticano

El comunicado final del Vaticano confirmaba que el encuentro había sido «muy cordial» pero, llamativamente, no aludía a ningún contenido político. Se limitaba a informar de que la presidenta «ha querido manifestar una vez más el afecto y la cercanía del pueblo argentino al Papa, y pedir su bendición para todos sus compatriotas».

El Papa llegó con antelación y de buen humor a su estudio del edificio contiguo a la Casa Santa Marta y, como suele hacer cuando los informadores tienen que trabajar en domingo, saludó a todos con una broma que esta vez era alusiva al chubasco que estaba cayendo: «¡Feliz día del periodista!». Tenía buen aspecto a pesar de haber mantenido un programa agotador el sábado en su visita a Sarajevo .

Aunque la conversación fue estrictamente privada, fuentes vaticanas habían comentado de antemano que se trataba de una audiencia de cortesía en esta fase final del mandato , sin deseos de proporcionar apoyo electoral a las candidaturas de la presidenta pero sin querer tampoco ignorar una petición de audiencia, la quinta desde la elección del Papa argentino.

Al término del largo coloquio privado, el Santo Padre obsequió a la presidenta con un icono de la Virgen de la Ternura, copia del original del siglo XI que se conserva en Vladimir.

A su vez, Cristina Fernández de Kirchner correspondió con nada menos que seis regalos que iban desde un cuadro de Oscar Romero hasta un libro del filósofo Alberto Methol Ferré sobre la integración latinoamericana, pasando por una cesta de productos típicos argentinos rebosante de botellas, mermeladas y otras especialidades locales.

En ese clima de confianza, la presidenta pidió al Papa que posase para los fotógrafos con uno de los regalos y comentó, poco después de la despedida que estaba muy feliz. El clima había sido evidentemente grato.

El Papa, a su vez, se despidió de los periodistas pidiendo: «Recen por mí, y si alguno no puede rezar porque no cree, tírenme buena onda».

Más que un encuentro político o de estadistas, fue una despedida muy correcta entre dos personas cuya relación cambió radicalmente el 13 de marzo de 2013 , cuando la presidenta de Argentina dejó de atacar al cardenal Bergoglio y se presentó inmediatamente en el Vaticano para cumplimentar al Papa Francisco