Récord de detenciones en el Reino Unido por terrorismo islámico

Es notable que 56 de los detenidos son menores de 20 años y un 11%, mujeres. Unos se limitaban a hacer recaudar fondos, pero otros planeaban ya cometer atentados. El jefe de las fuerzas policiales contraterroristas, Mark Rowley recuerda que los 700 jóvenes que viajaron a Siria « no son cooperantes, ni van a visitar a familiares . Son gente realmente peligrosa, que apoya la lucha y potenciales terroristas».

La ONU cree que 25.000 jóvenes de un centenar de países han viajado para enrolarse en Estado Islámico . La policía británica reclama que se implante en el Reino Unido un nuevo programa para prevenir la radicalización de los jóvenes musulmanes y para ayudarles a salir de ella. El que existe en la actualidad, llamado «Prevent» , solo se puede aplicar a los condenados judicialmente.

La queja de la policía coincide con el anuncio del flamante nuevo Gobierno de Cameron de que se acometerá una reforma para poner coto a la ambigüedad legal que permite la presencia en el Reino Unido de los llamados « predicadores del odio », que difunden las ideas radicales. Otra queja constante del Ejecutivo inglés es que las redes sociales están fuera de control y se han convertido en la principal arma de proselitismo de los terroristas, pero la cooperación de las grandes multinacionales estadounidenses del sector con la policía es deficiente, y muchos mensajes de los fanáticos circulan encriptados sin problemas a través de empresas occidentales de fama.

Nada volvió a ser igual en el Reino Unido después de descubrirse que Jihadi John , el criminal más buscado del mundo, era Mohamed Emwazi, un londinense de 26 años que se graduó en la Universidad de Westminster y cuya familia, de origen kuwaití, recibió medio millón de euros en ayudas sociales durante dos décadas para adaptarse a su nuevo país. Que un joven inglés, que hasta pasó por las aulas de un colegio de la Iglesia de Inglaterra, resulte ser al final el macabro verdugo de Estado Islámico refleja un enorme punto de debilidad en el seno de la sociedad británica. En nombre de la tolerancia y la aceptación del multiculturalismo, Inglaterra ha permitido durante años que se predique en sus ciudades el odio radical más extremo.

Otro duro golpe fue la fuga a Siria a través de Turquía de tres adolescentes londinenses que parecían bien integradas, quienes viajaron para convertirse en lo que se conoce como « novias de la yihad ». Posteriormente se descubrió que el padre de una de ellas era un habitual en las manifestaciones salafistas de Londres.

El Gobierno británico ya endureció a finales del año pasado sus leyes antiterroristas, con más control fronterizo, retiradas de pasaportes y más presión sobre las redes sociales, que operan como instrumento para la apología del terror. Pero ahora, el ministerio del Interior quiere dar un paso más y atajar también el proselitismo salafista. Se trataría de endurecer la ley para controlar ese territorio difuso, que permite, por ejemplo, que en algunas comunidades en plena Inglaterra, la cuna de la democracia, se esté aplicando la «sharia», la versión más rigorista de la ley islámica.

Entre las medidas figura el obligar a todos los inmigrantes que quieran adquirir la ciudadanía a aprender inglés y abrazar «los valores británicos» . Se vigilará que los niños no sean sometidos a lavados de cerebro en los colegios y en las asociaciones musulmanas. También se pretende erradicar esa suerte de justicia paralela que suponen la «sharía» y los tribunales de honor, que muchas veces provocan castigos físicos a las mujeres, mutilaciones genitales y asesinatos por cuestiones de honra.

Los servicios de seguridad creen que en los últimos meses ha ido cambiando el perfil de los jóvenes musulmanes británicos que viajan a Siria e Irak para unirse al califato. Se cree que ha bajado el número de idealistas y que se están incorporando más personas directamente alienadas por la violencia, fascinadas con la orgía de sangre y muerte de los vídeos propagandísticos de Estado Islámico.

Reino Unido está desde finales de septiembre del año pasado en el segundo grado máximo de alerta antiterrorista .