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Crecen los combates en Burundi tras el golpe de Estado

El presidente Nkurunziza habría regresado este jueves al país desde Tanzania, donde se encontraba durante la asonada, según fuentes de su gobierno

Crecen los combates en Burundi tras el golpe de Estado REUTERS/Goran Tomasevic

EDUARDO S. MOLANO

Quiso postularse a un tercer mandato y quizá no cumpla ni el segundo. El presidente de Burundi, Pierre Nkurunziza, habría regresado este jueves de Tanzania tras el golpe de Estado lanzado el miércoles por el general Godefroid Niyombare, ex jefe del servicio de inteligencia burundés.

Mientras, en las últimas horas se producen intensos combates entre las tropas leales al todavía mandatario y los militares golpistas. Según residentes contactados por este diario, en la madrugada del miércoles al jueves, se han escuchado diversas explosiones en la capital, Bujumbura. El principal lugar del enfrentamiento serían los accesos a la televisión y la radio nacionales. De igual modo, crecen los informes de asesinatos cometidos en la noche por los Imbonerakure, el beligerante ala joven del gubernamental CNDD-FDD. Precisamente, el pasado año, un cable diplomático denunciaba cómo este grupo estaría recibiendo armas  de cara a los comicios presidenciales.

«Las calles se encuentran vacías», asegura a ABC Vital Nshimirimana, líder opositor sobre cuya cabeza se dictara a comienzos de mes una orden de detención. En este sentido, recuerda que el golpe debe aún lograr los apoyos populares.

El presidente Nkurunziza, por su parte, otorga la callada por respuesta, con apenas unos leves mensajes transmitidos en las redes sociales apelando a la tranquilidad. El todavía mandatario había acudido a Tanzania con motivo de una reunión de urgencia para poner fin a la crisis abierta por su intención de presentarse a un tercer mandato. Fuentes gubernamentales aseguran que ya ha regresado a pesar de que fuerzas armadas leales al general Niyombare habían tomado el aeropuerto de la capital, Bujumbura.

«El presidente Pierre Nkurunziza fue destituido de sus funciones, se disolvió el Gobierno», había anunciado el general Niyombare en una emisora de radio privada a primera hora de la tarde de ayer.

A la espera de acontecimientos, el grado de confianza de las fuerzas opositoras en la autoridad de este militar es la primera llave del conflicto. Es cierto que la figura de Niyombare es ampliamente respetada (fue sancionado tras recomendar en febrero a Nkurunziza que entregara el poder). A pesar de ello, y mientras crecen los enfrentamientos, las negociaciones con el núcleo leal al presidente se presentan necesarias. En ello, es una garantía su perfil: el exjefe de Inteligencia fue determinante en los acuerdos de paz de Arusha, que pusieron fin a las heridas abiertas de la guerra civil que sacudió el país entre 1993 y 2005. En este sentido, Nkurunziza, de etnia hutu (como el presidente), contribuyó al desarme del Frente de Liberación Nacional (FNL), una guerrilla protagonista, entre otras, de la famosa masacre de Gatumba, donde en agosto 2004 al menos 166 civiles congoleños fueron asesinados.

No obstante, los líderes regionales (estos sí, de forma voluntaria en Tanzania) continúan mostrando su apoyo al presidente Nkurunziza. «La cumbre de la Comunidad de Estados del este de África condena al golpe en Burundi», aseguró el mandatario tanzano, Jakaya Kikwete.

La tumba política del tercer mandato

Al margen de apoyos políticos, en los últimos días, resultaba evidente el  clamor político contra la decisión del presidente de Burundi, de presentar su candidatura a las elecciones del próximo mes de junio  para un tercer mandato. Una circunstancia a todos visos ilegal, después de haber cumplido ya dos periodos de cinco años

Nkurunziza fue elegido candidato por el gubernamental CNDD-FDD; una decisión que los partidos opositores consideran que  amenaza la estabilidad del país, tras el fin de una guerra civil de doce años en 2005.

Ahora, el posible contagio del conflicto inquieta a sus homólogos regionales. «Tenemos información de que algunos elementos de las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR) han cruzado a Burundi desde la República Democrática del Congo y podrían incluso involucrarse directamente en los disturbios», denunciaba en los últimos días Louise Mushikiwabo, ministra de Exteriores ruandesa.

La llamada de atención sobre  la presunta explotación del conflicto por parte del FDLR  (una milicia hutu -la misma etnia del presidente Nkurunziza- formada, en gran parte, por ex miembros de la guerrilla 'Interahamwe', quienes llevaron a cabo el genocidio de Ruanda en 1994 y se refugian ahora en el este del Congo) suponía una evidente escalada dialéctica de la crisis. Más aún, en un país en claro desajuste (85% de la población hutu, como el mandatario, 15% Tutsi).

Más peligrosas aún, eso sí, resulta el papel que quiera asumir ahora el Imbonerakure, el beligerante ala joven del CNDD-FDD, tras la destitución de su líder.

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