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Beirut: «Se ruega no disparar al aire»

Para la agrupación de Saad Hariri, los tiros de celebración forman parte de una exhibición de fuerza de Hizbolá con la que se busca intimidar y aterrorizaral resto de libaneses

Beirut: «Se ruega no disparar al aire»

María Iverski

El pasado 30 de enero, dos días después de que dos soldados israelíes murieran tras un ataque sorpresa del grupo chií libanés Hizbolá, el inagotable Hassan Nasralá, su líder, volvía a presentarse en las pantallas de televisión del país para dirigirse a sus fervorosos seguidores.

Durante su estelar aparición, grabada desde alguna localización secreta, Nasralá advirtió a su enemigo de tantos años que la milicia chií no temía una guerra con Israel ni dudaría en enfrentarse a él si fuera necesario. «Y resultaremos victoriosos si Dios lo quiere» prometió.

La respuesta en varios barrios de la capital no se hizo esperar si bien la prensa local, más que acostumbrada a las ráfagas de tiros con motivo de discursos políticos de toda índole, informaba asépticamente de los hechos: «El viernes por la tarde Beirut fue testigo de intensos disparos de celebración al aire, antes y durante el discurso de 90 minutos de Hassan Nasralá».

Aunque el festejo ametralladora en mano constituye una especie de sello distintivo de la casa que enmarca las prédicas de Nasralá, lo cierto es que sus defensores más acérrimos ascendieron un nuevo escalón la semana pasada cuando el sonido de las armas automáticas pudo ser escuchado en muchas partes de Beirut, acompañado incluso por pequeñas explosiones atribuidas al disparo de varios RPG. No hubo víctimas que lamentar pero sí rotura de cristales de varios coches por el impacto de balas extraviadas.

Por todo ello, la clase política libanesa ha reaccionado esta vez mostrándose molesta ante el considerable nivel acústico alcanzado por la última fiesta callejera de los hinchas del líder chií. El partido suní Futuro, opositor de Hizbolá, emitía hace unos días un comunicado exigiendo que se tomen medidas contra los alborotadores y criticando al grupo proiraní por permitir una actividad que «aviva las tensiones sectarias en el Líbano».

Para la agrupación presidida por Saad Hariri, los tiros de celebración al aire forman parte de una exhibición de fuerza por parte de Hizbolá con la que se busca intimidar y aterrorizar al resto de libaneses. El antiguo primer ministro Fuad Siniora, llegó a afirmar que Hizbolá había convertido las calles de Beirut en «la ciudad del miedo».

También el ministro de Justicia libanés, Ashraf Rifi, otra destacada figura que no oculta su antipatía por la organización chií, ha manifestado su determinación a la hora de identificar y acusar a los seguidores de Hizbolá que abrieron fuego indiscriminadamente.

Dado que el propio Hassan Nasralá ha solicitado en alguna ocasión a sus fieles que renuncien al uso de las armas durante sus discursos, el ministro ha asegurado, en tono jocoso, que se perseguirá a los tiradores por desobedecer las órdenes del todopoderoso Nasralá.

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