Movilización policial contra el terror yihadista en una Europa en alerta

Las redadas paralelas llevadas a cabo por las policías y unidades antiterroristas de Francia, Bélgica y Alemania confirman el paralelismo de las actividades de los grupúsculos, bandas de criminales y redes yihadistas que operan en toda Europa , beneficiándose de la permeabilidad de las fronteras europeas.

Los servicios de seguridad franceses detuvieron a ocho hombres y cuatro mujeres durante una redada de grandes proporciones en toda la periferia de París: en Montrouge y Châtenay-Malabry (Hauts-de-Seine), Grigny y Fleury-Merogis (Essonne) y Epinay-sur-Seine (Seine-Saint-Denis). Según fuentes judiciales y policiales, los doce detenidos son considerados «cómplices operacionales» de Amedy Coulibaly , el asesino del supermercado de comida judía. Varios de los detenidos también tenían relaciones «amistosas» con los hermanos Kouachi , autores de la matanza de «Charlie Hebdo» .

Todas las pistas de esas detenciones se pierden en los mercados negros de armas, automóviles y droga, en los suburbios franceses y belgas. Las armas usadas por Amedy Coulibaly, y el coche de su esposa, Hayat Boumeddiene, confirman unas relaciones criminales cuyo rastro se pierde en Madrid (donde Boumeddiene tomó el avió que la llevó a Turquía de camino a la guerra siria) y en la frontera franco–belga, «tierra de nadie» propicia al tráfico de armas y el tráfico de automóviles.

Gendarmería y servicios antiterroristas conocen los «mecanismos» del tráfico de armas en los suburbios franceses, donde un kalachnikov se puede comprar por unos 3.000 euros, con relativa facilidad. Las fuerzas de seguridad desmantelan regularmente sucesivas filiales, que introducen armas de combate (fusiles de asalto, pistolas militares, munición, granadas) desde la antigua Yugoslavia y Oriente Próximo.

Las armas usadas por Coulibaly han permitido descubrir una nueva filial belga. Un musulmán de origen turco, residente en la periferia de Charleroi (Bélgica), Nettin Karasular, se entregó voluntariamente el día 13 a la Policía belga y confesó ser un «proveedor» del yihadista Coulibaly.

Inculpado por tráfico de armas, Karasular ha reconocido que quiso engañar a Coulibaly con un trueque: el terrorista le daba un coche, un Mini Cooper negro y, a cambio, el traficante le entregaba dos o tres kalachnikov, varias pistolas y munición. Se cree que el Mini Cooper fue propiedad de la esposa del asesino.

Oficialmente «no hay relación directa» entre las matanzas de París y Verviers (Bélgica). Pero los investigadores no pierden de vista que hay una estrecha relación entre los atentados realizados o fallidos en Europa y la guerra en Siria e Irak, desde donde los yihadistas del Estado Islámico aspiran a sembrar el terror en todo Occidente. La Policía alemana comparte plenamente ese análisis. En la mañana del viernes 16, unos 250 policías detuvieron a dos yihadistas y realizaron varios registros de domicilios en la periferia de Berlín. Se trataba de detenciones preventivas, aceleradas tras los sucesos de París. Incluso en Bulgaria fue detenido el francés Fritz-Joly Joachin, vinculado con los Kouachi.

En la capital francesa, el presidente Hollande puso en perspectiva histórica estas acciones policiales, en su alocución ante el cuerpo diplomático, reunido en pleno en el Elíseo. Subrayó la amenaza global que representan los grupos Estado Islámico, al Qaida y Boko Haram, cuyas matanzas fueron calificadas por Hollande como «crímenes contra la humanidad». Ante esa amenaza global, insistió el presidente francés: «Nuestra respuesta más firme solo puede ser colectiva: todos nuestros países deben tomar las medidas que les correspondan para cooperar, juntos en una respuesta común».

Según Hollande, «un tercio de los yihadistas que se encuentran entre Irak y Siria son extranjeros» , en buena parte procedentes de Europa. Esa carácter de «yihad extranjera» pone de manifiesto la diversidad del origen geográfico, étnico y cultural de unos yihadistas unidos por el fanatismo religioso, que pretenden exportar a sus respectivos países de origen, comenzando por Europa, donde los teólogos de la guerra yihad esperan precipitar «los gérmenes de guerras civiles».

La campaña en curso contra el yihadismo en los frentes del Shahel, Malí, Siria e Irak forma parte de un mismo conflicto global, recordó Hollande ante la élite diplomática, urgiendo a unos y otros a trabajar en la solución de fondo de unos conflictos que sirven de semillero del yihadismo más peligroso y militante en Oriente Próximo y África.

Como hizo un día antes, en el Instituto del Mundo Árabe (UMA), el presidente Hollande intentó tender la mano a los colectivos y líderes musulmanes de Europa y de toda la cuenca mediterránea, al afirmar: «Sean cuales sean nuestras opiniones y sensibilidades, tenemos un enemigo común. Y debemos combatir juntos a ese enemigo común. Nosotros no hacemos la guerra a ninguna religión. Hacemos la guerra contra el odio. Los crímenes terroristas son un insulto para el islam. En Francia, en Europa y en todo el mundo, los musulmanes son las primeras víctimas del terrorismo».