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¿En qué se ocupan algunos eruditos del islam tras los atentados de París?

Uno de los ulemas más importantes de Arabia Saudí prohíbe los muñecos de nieve, mientras el Ministerio de la Religión turco califica de «casi pecado» que el hombre use pendientes

¿En qué se ocupan algunos eruditos del islam tras los atentados de París? reuters

francisco de andrés

Mientras instancias superiores del islam, como el gran mufti de Egipto, acusan a la revista «Charlie Hebdo» , y en general a los medios de prensa occidentales, de atizar el odio contra los musulmanes y de socavar los esfuerzos de diálogo entre civilizaciones, la ausencia de «fatuas» contra los asesinos de París ha sido reemplazada por ciertas cuestiones que parecen atrapar la atención de algunos de sus colegas.

El jeque Mohamed Saleh al-Mujaid, uno de los teólogos más prominentes de Arabia Saudí, ha levantado polémica en Oriente Próximo con su última sentencia jurídica sobre los muñecos de nieve, asunto de actualidad tras la insólita nevada que ha cubierto el norte de la península y parte de Oriente Próximo. El ulema saudí, guardián de la estricta doctrina suní wahabí, ha dicho que el islam «prohíbe los muñecos de nieve», ya que suponen una «recreación de la figura humana», práctica artística censurada por considerarse próxima a la idolatría.

En Turquía, mientras tanto, la autoridad estatal islámica, el Diyanet, ha dictaminado que «según las enseñanzas del islam, está desaconsejado que los hombres lleven adornos propios de la mujer como los pendientes», práctica «cercana al pecado». El organismo oficial, que controla el Gobierno de Erdogan, afirma que «desde la época de nuestro profeta hasta hoy, los musulmanes consideran tradicionalmente la perforación de orejas como algo propio de la mujer; los hombres musulmanes deben alejarse de esas prácticas».

Uno de los mensajes en Twitter provocados por la «fatua» saudí ha sido especialmente celebrado en las redes sociales. «Que Dios conserve a nuestros eruditos por su aguda visión de la realidad, y por reconocer problemas que ni siquiera Satanás había advertido».

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