La catedral de Colonia apaga sus luces en protesta contra una marcha antiislámica
La jerarquía católica expresa su abierta oposición a la islamofobia que difunden movimientos de extrema derecha en Europa
francisco de andrés
Uno de los edificios más emblemáticos de Europa, la catedral de Colonia, se quedará esta noche a oscuras para protestar contra las manifestaciones del emergente movimiento antiislamista alemán Pegida (Europeos Patrióticos contra la Islamización de Occidente, por sus siglas en alemán). El deán, Norbert ... Feldhoff, ordenó el apagón del templo en cuanto tuvo noticia de que la manifestación de Pegida tendría lugar en Colonia, y además cerca de la catedral. «Con este gesto queremos conseguir que aquellos que acudan a la marcha se detengan y reflexionen, para que adviertan con quién están marchando; Pegida convoca a mucha gente normal, de clase media, pero quienes dirigen la acción son una minoría de racistas y extremista», declaró el deán Feldhoff.
En la última convocatoria en Dresde, Pegida reunió a unas 17.000 personas. Su aparición en las calles con un mensaje abiertamente xenófobo y hostil hacia los musulmanes -Alemania tiene una elevada población de trabajadores de origen turco- llevó a la canciller Merkel a hacer varias declaraciones de condena, la última en su discurso de Año Nuevo.
La Iglesia católica le acompaña en esta empresa. Tanto los obispos como las parroquias alemanas insisten en el respeto máximo hacia todas las religiones, también la musulmana, al margen de que esa doctrina cristiana de tolerancia no se vea correspondida en el territorio del islam.
El nuevo brote de islamofobia no tiene aún dimensiones significativas, pero se extiende como una mancha de aceite por buena parte de Europa, desde Suecia -donde estas últimas semanas han sido frecuentes las quemas y ataques contra mezquitas- hasta Francia. Varios partidos de extrema derecha que mejoraron sus posiciones en el Parlamento Europeo durante las últimas elecciones coinciden casi solo en su discurso islamófobo y antiinmigración. Ese es el caso del Frente Nacional francés, el Partido de la Libertad holandés, los Demócratas suecos, la Liga Norte italiana, el Ukip británico y la extrema derecha de Austria y Suiza.
Todos justifican su rechazo del islam en Europa por la protección de la que denominan «cultura europea», reducida en los eslogans extremistas a normas de vestimenta o de alimentación (no al velo islámico, no a la comida «halal»), o a consignas simplistas sobre la pérdida de puestos de trabajo.
Procesiones de cerdos
El clima de tolerancia y respeto a la libertad religiosa se enrarece con las llamadas a la acción de los movimientos xenófobos para «tomar las calles». Según las estadísticas, en 2014 bajó el número de incidentes racistas contra judíos y gitanos, y aumentó un 30 por ciento el que tuvo por objetivo negocios musulmanes y mezquitas en Europa.
La obsesión simplista por los símbolos preside las acciones de la Liga Norte, que organiza procesiones de cerdos en los sitios donde se planea construir mezquitas. En Francia, un movimiento extremista organiza fiestas de «salame y vino» para ofender el sentimiento de los musulmanes, que tienen prohibido esos alimentos por religión. El extremismo y la caricatura de los xenófobos quita argumentos a los moderados que en Occidente tratan de llevar a cabo una crítica legítima del islam.
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