La mala protección a Obama obliga a dimitir a la jefa del Servicio Secreto

El último sobresalto se ha conocido en las últimas horas. Una persona armada y con historial criminal compartió ascensor con Barack Obama durante una visita del presidente de EE.UU. a Atlanta a mediados del mes pasado. La presencia de alguien con armas cerca del presidente viola los protocolos del Servicio Secreto, y la revelación, realizada por «The Washington Examiner» y «The Washington Post», vuelve a poner en el disparadero a la seguridad personal de Obama, vapuleada con escándalos en los últimos tiempos.

El incidente ocurrió el pasado 16 de septiembre, en una visita de Obama a los Centros de Control y Prevención de Enfermedades, para discutir la respuesta de EE.UU. a la epidemia del ébola. En un momento de la visita, una persona subcontratada para la seguridad del edificio se metió en un ascensor con Obama y los guardaespaldas que lo acompañaban. El empleado de seguridad levantó sospechas porque empezó a grabar al presidente con su teléfono y no hizo caso a los requerimientos para que dejara de hacerlo. Al salir del ascensor, algunos miembros de la seguridad de Obama le interrogaron y chequearon su historial. Resultó tener antecedentes por asaltos y agresiones. Su supervisor se acercó y lo despidió en el acto. Para sorpresa de los agentes, el empleado entregó el arma con la que trabajaba. La normativa del Servicio Secreto exige que se monitoree a cualquier persona que vaya a estar cerca del presidente para que no lleve armas ni tenga historial criminal.

El incidente se conoció el martes, el mismo día en que la directora del Servicio Secreto, Julia Pierson, comparecía ante una comisión de la Cámara de Representantes para explicar otras dos grietas en la seguridad del presidente: los disparos efectuados contra la Casa Blanca en noviembre de 2011 y la reciente irrupción de una persona armada con un cuchillo en la residencia presidencial. Este último episodio se produjo el 19 de septiembre, solo tres días después del incidente en Atlanta. Como en el caso del tiroteo de 2011, el Servicio Secreto negó o minusvaloró el riesgo del incidente ante la opinión pública. Se dijo que el que sujeto saltó la valla no iba armado y que fue detenido en cuanto cruzó la puerta de entrada. La realidad es que llevaba un cuchillo y que llegó muy cerca de las dependencias de la familia del presidente.