Los líderes europeos desbloquearán hoy los últimos nombramientos en la UE

Según fuentes diplomáticas, la fórmula que se ha abierto paso no difiere mucho de lo que estaba sobre la mesa hace mes y medio («estamos cocinando con los mismos ingredientes», decía un embajador europeo ayer por la mañana) pero esta vez todo indica que la mayoría de países está convencida de que es la mejor combinación de todas las posibles: El actual primer ministro polaco, Donald Tusk, aparece en todas las quinielas como presidente del Consejo en sustitución de Herman Van Rompuy, y la ministra de Asuntos Exteriores italiana, Federica Mogherini, como Alta Representante de la política exterior y vicepresidenta de la Comisión Europea.

La decisión de nombrar al alto representante es la más importante, porque de ella depende el reparto de carteras que hay que hacer en la Comisión Europea y que es imposible sin saber a qué país le corresponde la vicepresidencia más importante. Según fuentes diplomáticas, además, hay «media docena de países» que aún no han enviado el nombre de la persona que proponen al presidente electo de la Comisión, Jean-Claude Juncker, que a su vez no puede hacer más que alineaciones provisionales.

El hecho que de que sea Mogherini ayuda a moderar el factor hasta ahora más discutido, que es la poca presencia de mujeres entre los nuevos altos cargos, lo que deja todavía cierto margen para contentar al Parlamento, que ha insistido en que quiere una Comisión más equilibrada en aspectos de género.

El calendario para la composición de la Comisión podría cerrarse «en una semana o diez días» una vez que después de la designación de la alta representante que ha de sustituir a Catherine Ashton, el Consejo redacte la lista de comisarios propuestos por orden alfabético para que sea Juncker quien distribuya los puestos según su criterio «o según los compromisos que haya podido establecer con ciertos países». Se sabe, por ejemplo, que Alemania le ha pedido mantener en la cartera de energía a Gunter Oettinger y que España también ha intentado apalabrar una cartera relevante, pero la última palabra la tiene el propio presidente de la Comisión.

Una de las razones por las que ahora parece posible el nombramiento de Mogherini cuando en julio fue rechazado es porque también se ha puesto sobre la mesa que sea un polaco el nuevo presidente del Consejo, que será el cargo más relevante que obtiene un país del Este desde su ingreso en la UE. Según un diplomático de un país del grupo de Visegrado, la opción de Tusk «nos llena de satisfacción» aunque parezca una compensación para contrarrestar las inclinaciones prorrusas que se atribuyen a la italiana. «Cualquiera que sea la decisión que tomemos, se interpretará en clave ucraniana» reconocía la citada fuente.

La primera ministra danesa, Hellen Thorne-Schmidt, que era otra de las candidatas a la presidencia del Consejo, queda en principio excluída de la negociación porque pertenece a la familia socialdemócrata, como Mogherini. Hasta el último momento ha estado siendo considerada como una opción preferente para presidir el Consejo, entre otras cosas porque aumentaría cualitativamente el peso de la cuota femenina, pero el italiano Matteo Renzi estaba determinado a imponer a Mogherini.

Tusk tiene varios puntos débiles, y el hecho de que Polonia no sea miembro de la zona euro no es el menos importante, porque el puesto de presidente del Consejo Europeo debería llevar también el de presidente de la «Euro-cumbre» o la reunión del Eurogrupo bajo el formato de jefes de Estado y de Gobierno. La fórmula que han propuesto algunos países del Este es, primero, dar por hecho que la persona que sea elegida presidente del Consejo deja de representar a su país, por lo que el hecho que no esté en el euro carecería de importancia, y que después de la firma del Pacto Fiscal, las economías de todos los países están tan vinculadas entre ellas y a la zona euro en particular, que no se pueden identificar por separado, tengan o no el euro.