El presidente nigeriano «pide» un préstamo para acabar con la milicia de Boko Haram

A pesar de ser la mayor economía del África Subsahariana, el mandatario asegura que su país necesita ayuda exterior por valor de mil millones de dólares para frenar el terrorismo islamista

El presidente nigeriano «pide» un préstamo para acabar con la milicia de Boko Haram afp

EDUARDO S. MOLANO

Con un Producto Interior Bruto anual de 510.000 millones de dólares, la mayor economía del África Subsahariana, Nigeria , necesita dinero para acabar con el terrorismo. Al menos, eso es lo que asegura su presidente, Goodluck Jonathan.

En un extraño movimiento, el mandatario ha ... pedido al Parlamento nigeriano la aprobación de un préstamo exterior de mil millones de dólares para ayudar a las fuerzas armadas a hacer frente a la milicia islamista Boko Haram .

«Ustedes son conscientes de los continuos y graves problemas de seguridad a los que se enfrenta la nación (…) Por esta razón, busco la concurrencia de la Asamblea Nacional para un préstamo exterior», aseguró Jonathan en su carta, en la que se especifica que el dinero será empleado para mejorar el equipo, la formación y la logística de las fuerzas de seguridad.

La demanda contrasta, eso sí, con los números oficiales. A comienzos de abril, Nigeria se convertía en la primera economía regional, sobrepasando a Sudáfrica, con un PBI anual de 510.000 millones de dólares.

El anuncio se producía tras modificar el sistema de evaluación de la medida, al tener en cuenta sectores como las telecomunicaciones o la industria local del cine

No obstante, un nombre -Lamido Sanusi- ayuda a comprender esta contradicción. El pasado febrero, Sanusi, entonces gobernador del Banco Central del país africano, acusaba a la compañía nacional del petróleo local (Nigerian National Petroleum Corporation) de saquear de forma sistemática los ingresos del oro negro.

Entonces, durante una comparecencia ante el comité de finanzas del Senado, Sanusi aseguró que, de 67.000 millones de dólares vendidos de petróleo entre enero de 2012 y julio de 2013, cerca de 20.000 millones se habían «perdido».

Tras la denuncia pública sobre la flagrante corrupción que asolaba el país, la reacción del Gobierno de Nigeria no se hizo esperar. Aunque ésta quizá no fuera la deseada: en lugar de abrir una investigación, el Ejecutivo decidió apartar de su cargo a Sanusi. Desde entonces, éste se ha convertido en uno de los más fieros críticos con el poder estatal.

Y ahora, sobre un mayor pedestal. A comienzos de junio, Sanusi era elegido nuevo emir de Kano, tras la muerte días atrás de su antecesor, Al-Haji Ado Bayero, a los 83 años. El cargo es capital en Nigeria. El emir de Kano, estado al norte de Nigeria, es la segunda figura más importante del islam en la región (tras el sultán de Sokoto, Alhaji Muhammad Sa’ad Abubakar) y su peso consultivo y moral resulta determinante.

Desconexión política

La elección de Sanusi, a su vez, demuestra un hecho igual de categórico: la total desconexión entre la clase política del sur (de mayoría cristiana) y el norte (musulmán). Una desunión que es palpable en el manejo por parte del presidente nigeriano de la crisis abierta con la milicia islamista de Boko Haram. En los últimos tiempos, el mandatario ha pretendido «exportar» tácticas utilizadas con los rebeldes sureños del Delta del Níger a la hora de negociar con los norteños Boko Haram, quienes han acabado con la vida de al menos 3.000 personas en el último año. Desde amnistías a promesas políticas, nada parece funcionar.

Aunque los «problemas» económicos vengan de lejos. Desde la independencia del país en 1960, se calcula que hasta 400.000 millones de dólares en ingresos petroleros han sido robados o malgastados.

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