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Por qué rechazan los estudiantes la reforma educativa de la socialista Bachelet
Melissa Sepúlveda, presidenta de la federación estudiantil más importante de Chile, explica las razones de las manifestaciones masivas
f. j. calero
Michelle Bachelet ha logrado volver a La Moneda como presidenta de Chile después de ser reelegida con un 62 por ciento de los votos. Ha sido, en parte, gracias a su programa de gobierno basado en tres grandes ejes : nueva Constitución, impuestos racionados ... y educación pública y gratuita. Sin embargo, a los casi cuatro meses de mandato, la realidad es bien diferente : la coalición con la que gobierna Bachelet, que incluye al Partido Comunista de la líder estudiantil Camila Vallejo, ya ha sufrido tres manifestaciones masivas en lo que va de 2014.
La presidenta de la Federación de Estudiantes de Chile (FECh), Melissa Sepúlveda, ha repasado en una entrevista telefónica con ABC esos «cien primeros días» de Bachelet, en los que ella prometió introducir importantes reformas en el sistema educativo chileno, muy excluyente.
«Sin duda, la Constitución de 1980 significa mucho amarre», ha admitido la sindicalista. Ésta, que continúa vigente en el país, fue redactada durante la dictadura de Pinochet, y Sepúlveda ha señalado que necesita una «reestructuración profunda» para que, al menos, se garantice el derecho a la educación de todas las personas de este país. «Pero no hay voluntad política», añade la presidenta de la Federación de Estudiantes de Chile (FECh).
Chile ha destacado durante los últimos años en Iberoamérica por su crecimiento económico, su estabilidad política y unas instituciones relativamente sólidas, según el semanario británico «The Economist». Pero Chile es también el país de la OCDE con más desigualdades en los ingresos entre ricos y pobres, y, también, el país con menor gasto público en educación.
El primer Gobierno conservador desde la caída de Augusto Pinochet, el de Sebastián Piñera, impulsado inicialmente por el rescate de los 33 mineros atrapados en 2010 , tuvo que vérselas con los estudiantes, especialmente en aquel intenso 2011, cuando se tomaron las universidades durante cuatro largos meses. Todo ello pese a los avances de conservadores y progresistas para que más de un millón de jóvenes pudieran estudiar en las universidades, cuando en 1990 no pasaban de 200.000.
Promesas por cumplir
En las protestas de 2011 sobresalieron los rostros jóvenes de Camila Vallejo o Gabriel Boric como portavoces de la FECh y predecesores de Sepúlveda, quien añade: «El Gobierno toma las consignas de los movimientos sociales para apaciguarlos, sin embargo, lo que se proponen son parches, pequeños cambios. Lo que pagan las familias chilenas va a los bolsillo de los tenedores de los colegios».
La dirigente estudiantil denuncia «un sistema privatizado y mercantilizado, donde está permitido el negocio sin ninguna regulación, incluso con los recursos públicos». Por ello, pide que se acabe con el lucro, y «no solo el que tenga que ver con el Estado», que es el eje de uno de los proyectos que, a propuesta de Bachelet, se están discutiendo. La FECh también pide la condonación de la deuda de quienes han sido estafados por los créditos universitarios.
A esta última cuestión se ha referido también Valentina Figueroa, profesora de Geografia e Historia en Valparaíso: «En la actualidad tengo excompañeros que adeudan 17 millones de pesos (22.500 euros) por mi misma carrera, cuando el salario mínimo es de 210.000 (278 euros) y no pueden siquiera pagar el crédito, porque la educación está tan colapsada, que no hay campo laboral para los profesores». Según la educadora chilena, quienes estudian con crédito por no tener dinero para abonar la matrícula deben pagar posteriormente sumas dos o tres veces mayores.
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