El nacionalista Modi arrolla a la dinastía de los Gandhi en la India

Según ha anunciado la Comisión Electoral, ha logrado al menos 276 de los 543 escaños del Parlamento, cuando en la India se necesitan 272 escaños para gobernar en solitario.

El Partido del Congreso, que ha gobernado la India 54 de los 67 años de independencia del país, ha obtenido el peor resultado de su historia, con un máximo de 44 escaños frente a los 206 logrados en los anteriores comicios de 2009. Un humillante resultado que coloca a los Nehru-Gandhi ante su peor crisis con un vacío de liderazgo y una desconexión absoluta con el electorado.

Modi se ha ganado al electorado con promesas de desarrollo en un momento en el que la India atraviesa un bache económico con la ralentización del crecimiento, la alta inflación y sonados casos de corrupción. La India tiene más expectativas que nunca de un futuro mejor. Los indios quieren escuelas, electricidad, carreteras, oportunidades y trabajos.

Algo que Modi asegura ofrecer. El político de 63 años tiene como bagaje tres mandatos en el estado de Gujarat, uno de los más prósperos del país. En los últimos 10 años ha crecido en torno al 10% y ha atraído fábricas e inversiones extranjeras. Gujarat cuenta con electricidad las 24 horas en un país en el que 400 millones de sus habitantes no tienen luz.

Pero Modi tiene un lado oscuro. Fue acusado de una matanza de casi mil musulmanes en su estado en 2002. Varias investigaciones absolvieron al político. A pesar de ello las minorías temen a un hombre que se formó en las filas de la RSS, una organización radical hindú. En especial los 175 millones de musulmanes.

«La India ha ganado», afirmó en Twitter Modi, en su primera reacción tras conocerse las proyecciones que le convierten en el próximo primer ministro de los 1.210 millones de indios. «Se acercan buenos tiempos», añadía el mensaje, escrito en inglés y hindi, y que se ha convertido ya en el tweet más retuiteado en el país asiático, con más de 40.000 personas que lo han compartido.

La sede del BJP en Nueva Delhi era una fiesta. Miembros del partido y simpatizantes celebraban la histórica victoria. Los «chaiwallas» -vendedores de té callejeros- invitaban a quien se acercara. Músicos con tambores ponían ritmo a la celebración. Modi prefirió visitar a su madre en el estado que ha gobernado los últimos 12 años. Las televisiones locales mostraron a la madre bendiciendo al hombre que será el nuevo primer ministro del país.

En cambio el ambiente era gélido en el cuartel general del Congreso. Solo la rueda de prensa de Rahul y Sonia logró atraer a público: periodistas.

«El Congreso lo ha hecho bastante mal y como vicepresidente del partido, asumo mi responsabilidad», dijo un sonriente Rahul, vicepresidente de la centenaria formación. Su madre, Sonia, aceptó la derrota con «humildad». Todo parece indicar que comienza la travesía por el desierto de la formación que lideró la independencia de la India, pero que parece incapaz de dirigir al país en su camino a la prosperidad.