Las autodefensas de Michoacán ya son Policía Rural
La intervención de fuerzas federales no ha logrado contener las cifras de violencia en este estado mexicano
MANUEL M. CASCANTE
Los integrantes de los grupos de autodefensa en el estado mexicano de Michoacán ya son agentes de la Policía Estatal-Fuerza Rural. Al menos, los 450 civiles (incluidas ocho mujeres) que estrenaron uniforme azul marino con estrella gris y armas (rifles de asalto AR- ... 15 y pistolas de calibre 9 mm.) entregadas por el Gobierno en los municipios de Buenavista Tomatlán y Tepalcatepec.
En días previos, los alzados en armas hace quince meses contra el imperio de terror del cártel de Los Caballeros Templarios registraron o entregaron sus armas particulares ante el Ejército: 6.442 hasta el pasado viernes. Ese mismo día ya se habían presentado 3.330 solicitudes para integrarse en el nuevo cuerpo policial.
El comisionado para la Seguridad y Desarrollo Integral de Michoacán, Alfredo Castillo, fue el encargado de tomarles juramento: «Hoy los que representan al Estado son ustedes y de ustedes depende que en un futuro no tengamos otras personas solicitando la presencia del Estado porque consideren que ustedes no están representando a las comunidades y familias». No consta que los nuevos agentes hayan recibido formación específica ni que conozcan los márgenes que establece la ley.
Estanislao Beltrán, «Papá Pitufo», barbudo portavoz de los grupos de autodefensa, nació hace 55 años en Punta del Agua, Buenavista, comunidad cercana al municipio de La Ruana, el primero en decir basta a las extorsiones. Beltrán es ganadero y sufría el chantaje de los criminales. Al recibir su impedimenta de policía rural, aseguraba: «Ya tenemos un compromiso, somos Gobierno». El liderazgo de las autodefensas ha sido repetidamente puesto en cuestión, después de que José Manuel Mireles, su primer portavoz, esté siendo investigado como presunto responsable de un enfrentamiento a tiros entre dos grupos de civiles. Otro jefe, Hipólito Mora, fundador de las autodefensas de La Ruana, aguarda en la cárcel a ser juzgado por su presunta participación en un doble delito de homicidio.
Intervención militar
El Gobierno central intervino en Michoacán en enero de este año. Miles de policías y militares se desplegaron en la región, convertida en un «salvaje Oeste» donde las autoridades se veían superadas por la violencia de los narcos, cuando no estaban directamente al servicio del cártel templario. La infiltración de los delincuentes en la política alcanzaba hasta las más altas instancias del poder local: así, el exsecretario de Gobierno y gobernador interino del estado, Jesús Reyna García, está a la espera de juicio como presunto responsable de pertenecer a la delincuencia organizada en la modalidad de delitos contra la salud.
La operación de rescate de la entidad contó con la colaboración forzosa de las autodefensas, que tenían presencia en 32 de los 113 municipios michoacanos, y permitió la captura o muerte de algunos de los principales líderes de la organización criminal: Nazario Moreno, “El Chayo”, y Enrique Plancarte, “El Kike”, perecieron en enfrentamientos armados, mientras que Dionicio Loya, “El Tío”, era detenido.
Pero la presencia gubernamental también se ha visto traducida en un incremento en el número de denuncias por asesinato: 272 de enero a marzo del año en curso, frente a 175 durante el primer trimestre de 2013. Lejos parece quedar aún la paz, pues este sábado la fiscalía estatal informaba de que 155 supuestos integrantes de las autodefensas fueron detenidos por la Marina mexicana.
Cuarta generación
Además, los pistoleros de Los Caballeros Templarios que no han huido a regiones limítrofes se habrían organizado en un nuevo cártel, La Tercera Hermandad o Los H3, en el que también participarían delincuentes infiltrados en las autodefensas y miembros del cártel Jalisco Nueva Generación. Según un análisis de seguridad nacional del que daba cuenta el diario «Excélsior», el grupo acoge al número tres de los templarios, Servando Gómez, «La Tuta», por quien se ofrece una recompensa de 30 millones de pesos (2 millones de euros). Entre los civiles armados a quienes se les vincula con Los H3 están Miguel Ángel Gallegos, «El Migueladas», líder de las autodefensas en La Huacana, y Antonio Torres, «El Americano», dirigente de Buenavista Tomatlán.
Esta sería la cuarta generación consecutiva de narcotraficantes en la región desde que a finales de los noventa «El Chayo» organizara La Empresa, que se convirtiría después en La Familia Michoacana (grupo que logró expulsar al cártel de Los Zetas y contaba con el apoyo y la simpatía de la población) hasta que una ruptura interna diera lugar a Los Caballeros Templarios, banda que aúna las actividades delictivas con una suerte de culto mesiánico.
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