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El último sacerdote de Homs

Asesinado el jesuita holandés Frans Van der Lught en el bastión rebelde sacudido por tres años de guerra

El último sacerdote de Homs

mikel ayestaran

El cuerpo del padre Frans Van der Lught descansa en Homs, como siempre fue su deseo. El jesuita holandés de 75 años de edad fue asesinado a sangre fría el pasado lunes de dos disparos en la cabeza a las puertas de la casa que la orden ignaciana tiene en Bustan Al Diwan, el barrio cristiano de la Ciudad Vieja de Homs.

«Un desconocido entró en la casa, le sacó a la calle y le disparó dos veces en la cabeza», informó el superior jesuita en Holanda, Jan Stuyt. Esas dos balas pusieron punto y final a una labor misionera que arrancó en 1966 y que el padre Frans se negó a abandonar cuando la guerra estalló en Siria y se instaló el corazón de la Ciudad Vieja de Homs, símbolo de la revuelta contra el presidente Bashar Al Assad.

Ningún grupo ha reivindicado una acción que, para la agencia oficial Sana, fue obra de los «grupos terroristas» que operan en el lugar y que ha servido para unir en la condena a régimen y oposición política en el extranjero (CNFROS), algo poco habitual.

Tras año y medio de cerco por parte de las fuerzas de seguridad, en enero se alcanzó un pacto para la evacuación de civiles y combatientes sirios coincidiendo con la celebración de la conferencia de paz de Ginebra . Más de 1.500 personas han podido salir desde entonces, pero al jesuita nunca se le pasó por la cabeza la idea de dejar un lugar azotado por los bombardeos del régimen y bajo el control de grupos armados de la oposición que hoy se debaten entre dejar las armas o sumarse a la amnistía ofrecida por Damasco, una medida a la que solo se pueden acoger los combatientes sirios.

«Soy árabe»

«El pueblo sirio me ha dado mucho, mucha amabilidad, mucha inspiración y todo lo que poseo. Ahora que sufre debo compartir su pena y sus dificultades. Soy el único sacerdote y el único extranjero que queda. Pero no me siento como un extranjero, sino como un árabe entre los árabes», fueron las últimas declaraciones recogidas por la agencia France Presse el pasado febrero de un religioso más partidario de las redes sociales que de conceder entrevistas a los medios.

Su actitud ante la crisis de Siria, donde los jesuitas practican una «neutralidad humanitaria», según los responsables de la orden, le llevó a no alinearse del lado del régimen, tal y como ha hecho la jerarquía eclesiástica siria, pero tampoco de una oposición sobre la que nunca ocultó sus dudas.

«La mayoría de los sirios no apoya a los opositores, por lo que este levantamiento no puede calificarse de popular», señaló en enero de 2012, cuando el conflicto no había cumplido un año y los grupos más radicales se hacían con el control del corazón de Homs.

La muerte de «mi hermano jesuita» llenó de «profundo dolor» al Papa Francisco, que una vez más pidió «el fin de la guerra» tras conocer la noticia. «Así murió un hombre de paz que, con una gran valentía, en una situación extremadamente difícil quiso seguir siendo fiel al pueblo sirio al que había dado desde hacía mucho tiempo su vida y su asistencia espiritual», destacó el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, quien subrayó que «donde el pueblo muere, mueren también con él los fieles pastores».

El gobernador de Homs, Talal Barazi, fue una de las personas que más insistió en los últimos meses en evacuar al sacerdote de una zona en guerra abierta y el 28 de enero llegó a preparar un dispositivo con la Media Luna Roja para sacarle junto a otras 73 personas que se refugiaban en la casa de los jesuitas, pero Frans nunca abandonó el cerco.

A la espera de un italiano

Tras permanecer unos primeros años destinado en Damasco, el padre Frans recaló en Homs a mediados de los ochenta y allí puso en marcha el proyecto agrícola «Tierra» (Al Ard) destinado al diálogo entre religiones y al apoyo a discapacitados, según recoge Giorgio Bernardelli en un perfil publicado en la publicación religiosa ‘Vatican Insider’.

Los jesuitas han perdido al holandés Frans Van der Lught y siguen esperando noticias del padre italiano Paolo Dall’Oglio , hermano de 59 años con tres décadas de experiencia en el país secuestrado el 29 de julio de 2013.

A diferencia del padre holandés, el italiano criticó abiertamente al régimen tras el estallido de la crisis y esto le costó la expulsión de Siria. Cruzó de forma ilegal la frontera para regresar y su desaparición se produjo en una zona fuera del control del régimen de Damasco.

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