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La alta participación en las elecciones en Afganistán se impone a la amenaza talibán

Los choques con los talibanes, que habían prometido boicotear los comicios, dejan al menos 109 muertos en el país

La alta participación en las elecciones en Afganistán se impone a la amenaza talibán efe

agencias

Los más de 6.000 colegios electorales abiertos hoy en Afganistán cerraron sus puertas a los ciudadanos a las 17.00 hora local (12.30 GMT), aunque muchos mantienen la actividad hasta que voten las personas que llegaron antes de la clausura.

El cierre llegó una hora después de lo previsto en principio después de que la Comisión Electoral extendió 60 minutos el horario de los colegios electorales, algunos de los cuales incluso se quedaron momentáneamente sin papeletas por la afluencia de votantes.

Una nueva era sin Karzai

Afganistán ha celebrado hoy unas elecciones provinciales y presidenciales marcadas por la salida del poder de Hamid Karzai , quien ha encabezado el país los últimos diez años tras la caída del régimen talibán, y en medio de la retirada de las tropas internacionales y la amenaza del grupo insurgente, que ha prometido boicotear el proceso.

Durante la jornada electoral, al menos 109 personas han muerto. La mayoría eran combatientes talibán, según ha informado el Ministerio de Interior afgano. En total, se trata de 89 guerrilleros talibán, nueve agentes de Policía, 7 soldados del Ejército nacional afgano y cuatro civiles. Además, otros 40 civiles han resultado heridos en estos incidentes.

La salida de la Presidencia de Karzai supondrá una valoración a través de los votos de su desempeño a través de la decisión de la población en torno a una opción continuista o dar el poder a políticos opositores a su rumbo. En este contexto surgen tres principales candidatos: el exministro de Finanzas Ashraf Ghani; el exministro de Exteriores Abdulá Abdulá; y el también exministro de Exteriores Zalmai Rasul, que cuenta en su candidatura con Qayum Karzai, hermano del mandatario.

Ghani se postula como el favorito en base a las últimas encuestas y gracias al respaldo recabado por su candidato a la vicepresidencia, Abdul Rashim Dostum, un antiguo señor de la guerra y líder de la comunidad uzbeka del país. Ghani es además uno de los candidatos con mayor proyección internacional gracias a sus anteriores trabajos en el Banco Mundial y su papel como ministro de Finanzas, cuando intentó levantar la colapsada economía afgana tras el régimen talibán.

Rasul, un aliado cercano del presidente y miembro de la tribu pashtun, ha contado con la incorporación de Qayum a su candidatura tras considerar que por sí mismo no conseguiría los respaldos suficientes, optando por la opción más cercana a las políticas de su hermano. El exministro de Exteriores ha hecho girar su campaña en torno a la lucha contra la corrupción y el refuerzo de la seguridad, precisamente dos de los puntos negros de la Administración Karzai.

Por su parte, Abdulá fue ministro de Exteriores entre 1998 y 2001 de la Alianza del Norte -coalición de facciones guerrilleras creadas en 1996 con el objetivo de derrocar el régimen de los talibán- y posteriormente entre 2001 y 2005 cuando se retiró para optar a la Presidencia. Pese a que quedó segundo en las presidenciales de 2009, la dispersión de su base de apoyos ha provocado que en esta ocasión parta un poco más atrás en las previsiones.

Entre el resto de candidatos destaca la figura de Sardar Mohammad Naeem, miembro de la dinastía Barakzai, que gobernó el país entre 1826 y 1973, cuando el último rey afgano, Mohammad Zahir Shah fue derrocado por un golpe de Estado incruento por su primo Mohamed Daoud Jan.

Asimismo, a las elecciones concurre Gul Agha Sherzai, considerada una figura cercana a los talibán y que podría movilizar los votos de aquellos sectores cercanos a los insurgentes que opten por participar en los comicios.

A diferencia de las elecciones de 2004, en las que accedió al poder Karzai, la población acudirá a las urnas en medio de una presencia internacional reducida y con la esperanza de que su injerencia sea mínima en el proceso. Sin embargo, y a pesar de los llamamientos de Naciones Unidas a la participación, parte de los afganos siguen viendo con desconfianza a la comunidad internacional, una brecha que quieren aprovechar los talibán, que han expresado su rechazo frontal a los comicios.

Despliegue y amenaza talibán

El Ministerio de Defensa ha anunciado el despliegue de 195.000 efectivos de la Policía Nacional (ANP), de la Dirección de Seguridad Nacional (NDS) y del Ejército Nacional (ANA) en todo Afganistán para velar por la seguridad de los comicios. «Hasta 195.000 efectivos de seguridad han sido asignados para velar por la seguridad en las elecciones y se han desplegado en zonas vulnerables», ha explicado el portavoz del Ministerio, Zahir Azimi, en declaraciones recogidas por la cadena Tolo News.

El Gobierno ha basado su estrategia de seguridad principalmente en la experiencia de pasados procesos electorales y en la información de Inteligencia recabada en los últimos meses y semanas.

Los talibán han amenazado con atentar tanto contra candidatos como contra votantes. Los talibán emitieron en marzo un comunicado amenazando con llevar a cabo atentados contra las elecciones presidenciales. En el mismo, dijeron que los comicios son una «farsa» orquestada por Estados Unidos y aconsejaron a los ciudadanos que se abstengan de participar en ellas porque sería como ayudar a los «infieles».

Asimismo, reivindicaron su cometido de «poner fin a la abierta y oculta ocupación por parte de los infieles de nuestro suelo islámico» y denunciaron que antes de «huir» de Afganistán, Estados Unidos y sus aliados buscan «prolongar la ocupación mediante un método indirecto» con la «instalación de un jefe de Estado que parezca ser afgano pero que tendrá mentalidad, visión e ideales estadounidenses».

«Hemos dado órdenes a todos nuestros 'muyahidines' de que usen toda la fuerza a su disposición para perturbar estas elecciones simuladas», dijeron, antes de subrayar que los ataques se ejecutarán contra trabajadores electorales, activistas, fuerzas de seguridad y colegios electorales.

Pese a ello, el hecho de que el líder de Hezb-e-Islami, Gulbuddin Hekmatyar, haya solicitado a sus seguidores que participen en las elecciones, rechazando el boicot al proceso como en los comicios anteriores, supone una rebaja en la amenaza de atentados durante la jornada electoral. Hekmatyar, una de las figuras 'muyahidin' de más relevancia durante la guerra contra la Unión Soviética en los ochenta , fue uno de los señores de la guerra que se vieron involucrados en una cruenta guerra civil tras la salida de las tropas soviéticas del país, que se saldó con cientos de miles de muertos, la mayoría de ellos civiles.

La retirada y el ABS

Los últimos meses del mandato de Karzai han visto la imbricación de los puntos más conflictivos de su mandato, la seguridad y la presencia internacional, en su disputa con Estados Unidos por su negativa a firmar el Acuerdo Básico de Seguridad (ABS), que garantizaría el despliegue estadounidense más allá de 2014.

El mandatario ha presionado en los últimos meses para que Washington se comprometiera a no realizar ninguna operación militar en viviendas de civiles y a impulsar de forma honesta el proceso de paz con los talibán como paso previo a la firma del acuerdo, lo que no ha sido respondido desde la Casa Blanca.

La disputa se enmarca en las negociaciones entre Kabul y Washington sobre un marco jurídico que permita que parte del contingente militar estadounidense permanezca en Afganistán cuando concluya el año, fecha de la retirada internacional.

Este desacuerdo entre los Gobiernos afgano y estadounidense refuerza las dudas sobre si las tropas estadounidenses y de la OTAN se mantendrán después de que concluya el próximo año en Afganistán, que se enfrenta a una insurgencia aún potente organizada por los milicianos talibán y aún está entrenando a su propio Ejército.

Las tropas estadounidenses han estado en Afganistán desde que lideraron a las fuerzas multinacionales en el derrocamiento del régimen talibán a finales del 2001.

Hace poco más de dos años, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama , suspendió unas negociaciones con Irak sobre mantener una fuerza estadounidense residual en ese país. En octubre de 2011, cuando anunció esa decisión, había más de 40.000 militares de su país en Irak. Para finales de ese año, todos se habían retirado.

En Afganistán todavía hay 47.000 militares estadounidenses. Estados Unidos ha estado en conversaciones con funcionarios afganos para mantener una pequeña fuerza residual de alrededor de 8.000 militares en el país después de que termine sus operaciones el próximo año.

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