Francia
Un ultranacionalista de izquierdas al frente de la economía francesa
Arnaud Montebourg es un proteccionista en las antípodas de la política de la Unión Europea
J.P. Quiñonero
El nuevo jefe de Gobierno francés, Manuel Valls, ha nombrado ministro de Economía y de la recuperación industrial a Arnaud Montebourg (Clamecy, Nièvre, 1962), un político que solo viste con trajes y zapatos de marca francesa, para dar ejemplo de «patriotismo económico de izquierdas». Los ... optimistas piensan que Montebourg es un nacionalista de izquierdas. Los pesimistas lo presentan como un demagogo populista, de un arcaísmo retrógrado, ultranacionalista, en las antípodas de todas las familias políticas dominantes entre los ministros de economía europeos, sean socialdemócratas, liberales o conservadores.
Alto, joven, con éxito entre las mujeres, de una pasmosa altivez, Montebourg ha sido nombrado ministro de Economía. Aunque lo cierto es que el contenido de su ministerio ha sido discretamente devaluado. Michel Sapin, ministro de Finanzas, controlará el presupuesto y las negociaciones de Francia con una Europa que duda de las promesas francesas, siempre incumplidas. Y Laurent Fabius, ministro de Exteriores, se ocupará de la parte esencial del comercio exterior de Francia.
Montebourg es un adversario radical de las políticas de austeridad de la UE. Montebourg lleva años predicando contra la austeridad europea , defendiendo un modelo de proteccionismo nacional y europeo que horroriza incluso dentro del nuevo Gobierno Hollande/Valls. Sus diatribas contra Angela Merkel y la política económica alemana han tenido un costo diplomático lamentable.
Fuera del Gobierno, Montebourg sería un enemigo peligroso. La pareja Hollande/Valls espera que Montebourg sea mucho más controlable con un buen ministerio, muy llamativo, pero vaciado de muchas competencias esenciales.
Nacionalista de izquierda, proteccionista populista, o demagogo con muchas ínfulas, Montebourg se ha hecho famoso por sus pintorescas salidas personales.
«Consuma francés»
Desde hace meses, Montebourg se pasea por toda Francia haciendo propaganda personal de los productos franceses. Aparece en muchas fiestas luciendo elegantes trajes «realizados íntegramente en Francia». Usa camisas, zapatos, corbatas y ropa interior franceses. Incluso ha llegado a fotografiarse luciendo una camiseta con patriótica bandera tricolor.
Esa política de comunicación ha terminado dando sus frutos entre pequeños y medianos empresarios conservadores, aparentemente orgullosos de un ministro que hace propaganda de la producción nacional con una fe publicitaria tan aparatosa. En Alemania y Bruselas, por el contrario, las salidas de Montebourg no hacen reír. Son percibidas con irritada consternación, temiendo que el patriotismo proteccionista del ministro termine teniendo un costo peligroso no solo para Francia.
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