Ucrania

Una acción armada en Ucrania también tendría un alto coste para Rusia

Los analistas advierten que siempre que Moscú emprendió una guerra de ocupación, terminó de forma catastrófica para ella misma

Una acción armada en Ucrania también tendría un alto coste para Rusia AFP

Rafael M. Mañueco

La fuerza militar rusa comparada con la ucraniana es apabullantemente superior. Crimea está ya bajo el total control de las tropas rusas sin haber pegado un tiro . Moscú cuenta además con un importante apoyo de la población en el Este de Ucrania. Sin haberse ... empezado aún la ocupación, los agentes al servicio de Rusia promueven sin apenas resistencia el derrocamiento de los poderes locales en ciudades como Járkov, Donetsk, Odessa o Dnepropetrovsk. Por el contrario, las nuevas autoridades de Kiev no han consolidado su poder y están a la defensiva.

Pese a todo, la aventura militar con la que está amenazando el presidente Vladímir Putin no sería en absoluto inocua para Rusia. El columnista ruso Nikolái Svanidze señala en su blog que los senadores rusos que el sábado dieron luz verde a Putin para intervenir militarmente en Ucrania «han ignorado las consecuencias políticas y económicas que tal decisión acarrearían para Rusia así como también el número de vidas humanas que serían sacrificadas en uno y otro bando».

El crecimiento de la economía rusa se ha ralentizado bruscamente durante el pasado año. La corrupción y los obstáculos burocráticos siguen ahuyentado las inversiones y provocando una fuga de capitales imparable. La moneda rusa, el rublo, sigue cayendo. La semana pasada marcó un nuevo mínimo frente al euro y el dólar. El rublo se ha depreciado más del 6,5% con relación al euro en lo que va de año. Este factor y la fuerte desaceleración de la economía, con un PIB que ha pasado del 1,3% en 2013 al 3,4% en 2012, preocupa a los rusos.

La imposibilidad de hacer frente a los abusos de los monopolios, las élites y la Policía, corrupta y conchabada en ocasiones con el mundo del crimen, desanima a la población. La falta de los normales mecanismos con los que cuentan las sociedades desarrolladas para solucionar estos problemas generan pesimismo, especialmente cuando el autoritarismo de Putin va en aumento.

Andréi Kolésnikov, analista de la revista rusa “Nóvaya Gazeta”, en donde escribía la asesinada reportera Anna Politkóvskaya, escribía ayer que la decisión de la Cámara Alta rusa de poner en manos de Putin la posibilidad de enviar tropas a Ucrania ha sido posible porque «en Rusia no tenemos una democracia normal ni una oposición normal ni tampoco un Parlamento normal».

Según Kolésnikov, «la dirección rusa nos ha metido a todos en la máquina del tiempo y nos ha trasladado a 1968, cuando las tropas soviéticas y las del Pacto de Varsovia invadieron Checoslovaquia y aplastaron la primavera de Praga”. Precisamente ayer, el ministro de Exteriores checo, Lubomír Zaorálek, comparó también la actual situación en Crimea con la invasión de Checoslovaquia de 1968.

La intervención tuvo lugar en la noche del 20 al 21 de agosto de aquel año para detener al proceso de reformas lanzado por Alexander Dubcek. Perecieron en los choques con los soldados soviéticos más de un centenar de civiles y cerca de medio millar resultaron heridos.

Justo diez años después, en 1978, la Unión Soviética invadió Afganistán. El resultado de la política agresiva de Moscú fue el agudizamiento de la «guerra fría» y el desencadenamiento de una carrera de armamentos que condujo al llamado «estancamiento», término empleado para definir el parón que sufrió entonces la economía de la URSS. Su deterioro fue en aumento y terminó provocando la desintegración del Estado soviético.

«Todo estancamiento acaba al final en revolución», afirma Kolésnikov refiriéndose a la caída del régimen comunista en Rusia y en todo la Europa del Este. La participación de Rusia en la Primera Guerra Mundial extenuó sus arcas y creó el caldo de cultivo para la Revolución Bolchevique de 1917.

Los analistas advierten que, siempre que Moscú emprendió una guerra de ocupación, terminó de forma catastrófica para ella misma. La primera guerra en Chechenia constituyó un ejemplo antológico. El Estado ruso entró en suspensión de pagos en 1998.

Sin embargo, la segunda guerra en Chechenia Putin le ha dado por ganada, pese a que la guerrilla sigue activa. Venció también a Georgia en 2008, que quedó privada de Abjasia y Osetia del Sur. Tal vez sea ese el problema, que el enérgico jefe del Kremlin se considera un ganador y piensa que lo de Ucrania será también un paseo.

Pero Putin, ante todo, es rehén de su propia propaganda imperial y nacionalista. Desde que llegó al poder, se ha presentado como el paladín que ha devuelto a Rusia su orgullo de gran potencia. Después de tanta grandilocuencia y amenazas lanzadas contra Ucrania y Occidente, tal vez le cueste echar marcha atrás aunque llegue a desearlo. Ayer en Moscú, hubo dos manifestaciones, una en contra de la guerra y otra a favor. La segunda fue mucho más numerosa.

Una acción armada en Ucrania también tendría un alto coste para Rusia

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