Detenidos los tres últimos sospechosos del salvaje atentado a machetazos en China

Con la captura de estos tres sospechosos, la Policía pone fin a la caza iniciada en Kunming tras la matanza, ya que el mismo sábado abatió a tiros a cuatro de los agresores y apresó a una mujer que estaba herida. Desde el primer momento, el régimen de Pekín ha atribuido el brutal atentado a los grupos islamistas de Xinjiang, una región al noroeste del país, a 1.600 kiómetros de Kunming, habitada por musulmanes de la etnia uigur que hablan una lengua emparentada con el turco y reivindican su independencia para formar el Turkestán Oriental. De hecho, y según informa la televisión estatal CCTV citando a un portavoz del Ministerio de Exteriores, la Policía ha hallado en el lugar de la masacre «una bandera de las fuerzas del Turkestán Oriental».

Mientras tanto, la apacible ciudad de Kunming, capital de la provincia sureña de Yunnan, sigue conmocionada por este bárbaro ataque. «La gente tiene miedo y está triste. Salvo patrullas de policía, las calles estaban vacías el domingo, lo que es bastante raro para una ciudad china», explica por teléfono a ABC Pedro Ceinos, un sinólogo español que lleva veinte años viviendo en este país, la mitad de ellos en Kunming. A su juicio, el atentado ha logrado su objetivo de amedrentar a la población porque «abre un nuevo campo al terror, ya que antes se pensaba que estas muertes a machetazos solo ocurrían en África o lugares menos desarrollados».

Comentado con horror en Weibo, copia local del censurado Twitter , el impacto de este atentado ha sido tal que un articulista lo ha bautizado como el «11-S de China».

Cada año, decenas de personas mueren en enfrentamientos entre los uigures y la Policía en Xinjiang. En 2008, coincidiendo con los Juegos Olímpicos, una cadena de atentados terroristas causó una treintena de muertos, entre ellos 16 policías en Kashgar, mítica parada de la Ruta de la Seda. En julio de 2009, los peores disturbios interétnicos de las últimas décadas dejaron unos 200 muertos en la capital provincial, Urumqi. Y, en octubre del año pasado, tres uigures se inmolaron en plena plaza de Tiananmen al embestir con su todoterreno a los turistas, causando dos muertos y decenas de heridos . Mientras Pekín acusa a los grupos uigures de separatismo, estos denuncian la represión contra su cultura y religión.

El atentado en la estación de trenes de Kunming es el más grave de los últimos tiempos, pero también revela el rudimentario arsenal de los grupos independentistas de Xinjiang y su precaria infraestructura. La cuestión estriba en saber si estos ataques terroristas están organizados o son desesperados actos individuales de protesta.