El intelectual uigur Ilham Tohti, acusado formalmente de separatismo en China

A más de 4.000 kilómetros, y con tres veces la superficie de España, Xinjiang es junto al Tíbet la provincia más levantisca de China porque sus habitantes autóctonos, musulmanes de etnia uigur que hablan una lengua parecida al turco, aspiran desde los años 30 del siglo pasado a la independencia para formar el Turkestán Oriental. Unas ansias secesionistas que han sido cortadas «manu militari» por el régimen chino y que derivan en sangrientos enfrentamientos como el que dejó 200 muertos en su capital provincial, Urumqi, en el verano de 2009.

A tenor de los medios oficiales chinos, más de un centenar de personas, incluyendo varios agentes de policía, murieron el año pasado en Xinjiang por esta violencia interétnica. Entre ellos destacan tres miembros de una familia uigur que, en octubre, perdieron la vida al arder el todoterreno con el que embistieron a la multitud de turistas que se congregaba en la puerta sur de la Ciudad Prohibida, justo bajo el retrato de Mao que preside la céntrica plaza pequinesa. Junto a ellos murieron una turista de Filipinas y un hombre de la provincia sureña de Cantón (Guangdong), mientras que otras 40 personas resultaron heridas, dos de ellas de gravedad.

Como las causas de dicho ataque, que las autoridades chinas tildaron de «atentado suicida organizado», fueron cuestionadas por Ilham Tohti, el erudito volvió a ponerse en el punto de mira del régimen, que continúa así su campaña de represión contra las voces más críticas, en este caso de la comunidad uigur.

En enero, el abogado Xu Zhiyong, fundador del «Movimiento de los Nuevos Ciudadanos», fue condenado a cuatro años de cárcel por reclamar a las autoridades que desvelaran sus cuentas y su patrimonio. En su lugar, fue sentenciado por «reunir a una multitud para alterar el orden público». Una pena similar, pero por secesión, se cierne ahora sobre Ilham Tohti.