Irán convierte en academia paramilitar la antigua Embajada de Estados Unidos
Un guía del régimen, enemigo acérrimo del acercamiento a Washington, muestra la sede de la legación norteamericana donde se produjo en 1979 la toma de rehenes que duró 444 días
mikel ayestaran
Tony Méndez nunca existió y la CIA no sacó a los seis diplomáticos de EEUU de Irán como cuenta la oscarizada «Argo», dirigida y protagonizada por Ben Affleck. Para conocer «la verdad» de la crisis de los rehenes de 1979, origen del distanciamiento entre Washington ... y Teherán, hay que solicitar al Basij una visita guiada al complejo de la Embajada estadounidense en Teherán.
Las diez hectáreas son ahora un campus para la élite estudiantil de este movimiento paramilitar creado por el Imam Jomeini durante la guerra contra Irak con el objetivo de promover los valores revolucionarios en la sociedad. Un cartel con las iniciales ‘USA’ ardiendo, que reza «El final de la dictadura» da la bienvenida y deja claro que los planes del presidente Hasán Rohani de acercamiento a Occidente no cuentan con la aprobación del núcleo duro del régimen.
El 4 de noviembre de 1979, meses después del triunfo revolucionario, cientos de estudiantes asaltaron la Embajada de EEUU en el centro de Teherán y retuvieron a 52 empleados durante 444 días.
Mohamed Reza Shoughi es el encargado de guiar una visita que empieza con un mural que mezcla las invasiones de Irak y Afganistán y los atentados del 11-S, «acciones organizadas por los propios americanos porque los supervivientes aseguran que escucharon explosiones en las torres antes del impacto de los aviones», que decora las escaleras que suben a la segunda planta de la legación donde se encontraba el «nido de espías de la CIA».
Tras abrir una puerta blindada se accede a un pasillo largo de paredes verdes y techos crema donde hay media docena de habitaciones, cada una con su número en la puerta. «Aquí no podían entrar los diplomáticos, solo los agentes de la agencia», anuncia Shoughi antes de detenerse frente a «La sala de cristal», una gran urna transparente recubierta en su parte superior de cobre especialmente diseñada para interrogatorios y reuniones secretas.
«Mentira de principio a fin»
Shoughi ha visto seis veces «Argo» –aunque la exhibición de la película está prohibida en los cines iraníes, las copias pirata están en el mercado negro y se ha proyectado en las universidades, asegura- y le parece «una gran mentira de principio a fin». Dos habitaciones están dedicadas al material de oficina que empleaban los funcionarios de la CIA, todo conservado en vitrinas y con las paredes decoradas con fotografías de la época.
«Los seis diplomáticos salieron de Irán gracias al Embajador de Canadá, que fue quien falsificó sus pasaportes y no la CIA», afirma Shoughi, que también se refiere a los 444 días de cautiverio del medio centenar de funcionarios a quienes «se les trató bien, se dejó en libertad a las mujeres y a los negros a los pocos días, como muestra de solidaridad por su sufrimiento en EEUU, y en Navidad hasta les organizaron una fiesta con un pianista», recuerda mientras muestra señala una de las fotografías.
La crisis de los rehenes terminó «después de que Washington aceptara nuestras condiciones y, sobre todo, después de que Jimmy Carter sufriera la humillación por parte del Imam Jomeini, que le costó su reelección en 1980», detalla Shoughi mientras muestra las salas de falsificación de documentos, la oficina blindada en la que se realizaban videoconferencias con Washington, la centralita dedicada a las escuchas de las comunicaciones en Teherán y la máquina para destruir documentos que «luego fueron estudiantes universitarios quienes lograron reconstruirlos trozo a trozo, no niños como cuenta Hollywood ».
Israel, a tiro
La última parada es en la sala 209 donde el guía pide a las visitas que tomen asiento para lanzar el discurso de despedida. Un sermón sobre los progresos militares de Irán en los últimos 35 años que le permitirían, entre otras, «alcanzar Israel con misiles en apenas tres minutos, mientras que ellos necesitarían al menos siete». Unos avances, eso sí, «que solo los emplearemos si es necesario defenderse», entonces él mismo dejará su labor como guía «para coger el fusil y estar en primera línea». Algo que ya hizo en noviembre de 2011 cuando formó parte del grupo de estudiantes que asaltó la Embajada del Reino Unido, muy próxima a la estadounidense.
El Basij, incluido dentro del organigrama de la todopoderosa Guardia Revolucionaria, es el pilar del régimen y su auténtico blindaje en las calles ante posibles revueltas internas como la ocurrida en 2009 tras la reelección de Mahmoud Ahmadineyad.
El acercamiento diplomático a Estados Unidos iniciado por Hasán Rohani para intentar aliviar las sanciones a causa del programa nuclear dejó descolocados al comienzo a estos milicianos que insisten en las palabras del Imam Jomeini para quien «las relaciones entre Irán y EEUU son como la relación entre un cordero y un lobo», repite Shoughi que, como sus miles de compañeros, está «en contra del acuerdo de Ginebra y de negociar con Washington».
Final de la visita. En el exterior del complejo algunos de los murales míticos contra EEUU han sido sustituidos por frases de estudiantes que tomaron parte en el asalto. La Estatua de la Libertad con cara de calavera ha sobrevivido a este maquillaje externo que, como algunos iraníes consultados en Teherán opinan sobre la llegada al poder de Rohani, parece más un gesto de cara al exterior que otra cosa.
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