Cuando estudiar es un privilegio
En la actualidad, tan solo el 6% de los jóvenes del África Subsahariana se encuentran matriculados en centros de enseñanza superior, en comparación con el promedio mundial del 26 por ciento
EDUARDO S. MOLANO
El continente más joven busca a los portavoces de su futuro. En los últimos días, el sector educativo de Senegal experimenta unas jornadas de máxima agitación, tras el anuncio por parte del Gobierno local de un incremento de las tasas para los estudiantes universitarios.
Conforme ... a la nueva reforma, el coste de las matrículas de algunos centros públicos pasarán a costar, de un dólar, a cerca de 50. Cifras ciertamente excelsas para un país cuya renta per capita es de 2.000 dólares al año.
No es el único caso. En la actualidad, tan solo el 6% de los jóvenes del África Subsahariana se encuentran matriculados en centros de enseñanza superior, en comparación con el promedio mundial del 26 por ciento.
A pesar de la rápida expansión en los últimos décadas (tasa de crecimiento anual de la población universitaria cercana al 8%) , el sistema educativo no está preparado para absorber a tan ingente masa poblacional que proviene de la secundaria. Por ejemplo, en 1999, la tasa bruta de matriculación (Ger) de la región para el nivel de secundaria superior era del 19%, hasta cinco veces mayor que en la terciaria (4%). Ya en 2008, no obstante, el 6% de los jóvenes accedían a estudios universitarios, frente al 27% que lo hacían a la educación secundaria (a nivel mundial, la tasa bruta de educación secundaria es el doble que en el nivel terciario).
Las grandes diferencias entre las dos relaciones indican que muchos estudiantes -elegibles para la educación superior-, no tienen acceso a ella, mayoritariamente, por problemas económicos.
Amenazados en países como Nigeria
Sin embargo, en ocasiones el miedo se entrelaza con la falta de fondos.
En Nigeria, por ejemplo, el últimos tiempos, la milicia islamista de Boko Haram ha iniciado una campaña de terror contra «el saber occidental» atacando centros universitarios del norte del país. Éstos son los casos del asalto a la universidad Bayero, en el Estado de Kano, que en abril de 2012 provocaba 16 muertos, o del mortal tiroteo en septiembre de ese mismo año de Abubakar Salihu, catedrático de la universidad de Ado-Ekiti.
Una incomprensible fijación contra el conocimiento, más aún, ante su escolástico origen. En 2002, ante la crisis económica que asolaba el norte del país, cerca de 200 estudiantes pertenecientes, en su mayoría, a la universidad de Maiduguri decidieron establecerse en un campamento cercano a la frontera con Níger. Diez años después, su experiencia académica es ya bien diferente: más de 1.000 muertos y un odio extremo hacia sus antiguos educadores. No en vano, en septiembre de 2011, Boko Haram emitía un comunicado en el que amenazaba a 19 centros de enseñanza superior del país con iniciar una oleada de atentados si no dejaban de impartir «educación occidental».
De igual modo, en julio, la facultad de Maiduguri (recordemos, cátedra de buena parte de los militantes originarios de Boko Haram) se veía obligada a cerrar sus aulas ante las crecientes agresiones.
«Mohammed Yusuf [miembro fundador de la organización fallecido en 2009] hablaba perfectamente inglés, además de haber recibido una educación plenamente occidental», destaca el imán Hussein Zakaria, uno de los principales líderes religiosos locales. «Por ello, siempre entendió el peso de los centros universitarios en el desarrollo del país», añade. ¿Pero cómo es posible pasar de estudiante a ejecutor de maestros?
«Al igual que los talibanes destruyeron los budas en Afganistán [las centenarias estatuas de Bamiyan fueron dinamitadas en marzo de 2001 por el grupo], los islamistas que operan en África quieren acabar también con cualquier símbolo cultural del pasado. Y no hay mayor templo que las universidades», destaca el analista somalí Abdiaziz Yusuf.
Frente al integrismo somalí
El paralelismo entre el integrismo somalí y el nigeriano es evidente. Porque al igual que el núcleo duro de Boko Haram cuenta con un esplendoroso pasado académico, el liderazgo de la milicia islamista Al Shabab también discurrió entre aulas.
Sheikh Ahmed Abdi Godane, fuerza suprema de la milicia, por ejemplo, fue educado en universidades de Somaliland (región semiautónoma del norte de Somalia), Sudán y Pakistán; mientras que el líder paramilitar Mohamed Said Atom, cuenta con una licenciatura en Estudios Islámicos por la East African University de Bosaso.
Circunstancias que no impidieron que, en diciembre de 2009, Al Shabab llevara a cabo una de sus más atroces carnicerías durante una ceremonia de graduación de la Universidad de Benadir. En el ataque, al menos 25 personas perdieron la vida. Muchos de ellos, simples estudiantes de medicina.
Y ésa es la historia que no aparece en sus libros.
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