El Gobierno británico advierte a los escoceses del riesgo de quedarse fuera de la UE

En un discurso en Glasgow , el ministro de Exteriores británico, William Hague, ha disparado contra la línea de flotación del modelo de separación indolora que predica el líder escocés, Alex Salmond. “Nadie debería tener la duda de que, si una parte de un Estado miembro abandona la UE, debe volver a solicitar el ingreso; sería un proceso de duración incierta y resultado desconocido en cuanto a los términos de la negociación, y probablemente con un coste elevado, supondría pagar más por obtener menos de la UE”, ha defendido el responsable de la diplomacia británica.

Hague ha presentado el noveno informe sobre Escocia elaborado por el gobierno británico, en su campaña por defender los beneficios de la Unión. En esta nueva andanada, Londres se centra en la dimensión internacional de las ventajas que la pertenencia al Reino Unido brinda a los escoceses. Por ejemplo, en la salvaguarda de una industria clave para la economía escocesa: el whisky.

“Hizo falta movilizar toda la influencia diplomática del Reino Unido para lograr la protección del whisky en China, de manera que se vende en Shanghai como “Scotch” sea de verdad “hecho en Escocia”, explica el documento. En cuanto a las consecuencias de la secesión desde el punto de del derecho internacional, el documento es claro. Y cuestiona la argumentación nacionalista, que defiende que la negociación con Londres y Bruselas –un pulso necesario, que ya no niegan- podría realizarse en los 18 meses que irían desde una hipotética victoria del “Sí” en el referendo en septiembre de este año y marzo de 2016, la fecha señalada por Salmond en la presentación de su hoja de ruta para proclamar la independencia.

“En cuanto nuevo Estado, una Escocia independiente tendría que solicitar la adhesión a las instituciones y organizaciones internacionales a las que quisiera o pudiera unirse; en algunos casos, no plantearía problemas, en otros, especialmente en la UE, sí lo haría”, explica el documento.

El jueves, el número dos de Hague en Exteriores, David Lidington, fue un poco más lejos que su jefe en señalar los obstáculos en el camino de la larga marcha hacia la secesión de Escocia. “Nadie puede decir con toda confianza que si Escocia se va de Reino Unido hay un camino automático y tranquilo de regreso a la UE”, dijo el secretario de Estado de Exteriores, sin negar –como nunca hace el gobierno británico- la posibilidad legal y política de una separación. Entre los posibles accidentes del camino, Lidington citó expresamente el riesgo de que ciertos países, en alusión a España, entre otros, pudiera vetar la entrada de Escocia. “Habría algunos países con movimientos secesionistas que serían muy cautos antes de dar la luz verde”, advirtió.

Hague advirtió además de que una Escocia independiente podría ser obligada a adoptar el euro como divisa, mientras que el Gobierno escocés ya señaló que preferiría mantener la libra esterlina. Glasgow quiere mantener en la recámara al Banco de Inglaterra como prestamista de último recurso.