La oposición convoca una huelga general para el lunes en Tailandia

Su cabecilla, el ex viceprimer ministro Suthep Thaugsuban , se reunió ayer con la primera ministra, Yingluck Shinawatra , y le dio un ultimátum de dos días para dimitir. «No hay negociación ni compromiso. Le he dicho que es la única y la última vez que la veo hasta que devuelva el poder al pueblo», anunció el líder de la oposición ignorando adrede que Shinawatra ganó por mayoría absoluta las elecciones celebradas en julio de 2011.

Frente a dicha victoria, sus oponentes están intentando llevar a cabo un «golpe de Estado popular» , como ellos mismos lo han definido, para derribar al Gobierno y nombrar un «consejo del pueblo» formado por «gente buena» . La primera ministra ya ha rechazado estas peticiones y se niega a adelantar las elecciones, pero el acoso que sufre se está volviendo insostenible porque entre 30.000 y 100.000 personas se han echado esta semana a las calles de Bangkok ocupando ministerios y edificios oficiales. De hecho, la primera ministra tuvo que ser evacuada ayer de un complejo policial donde estaba concediendo entrevistas ante el peligro de que fuera invadido por los manifestantes.

Camisas amarillas y rojas

Con esta nueva crisis, vuelve a aflorar en Tailandia la división entre los «camisas amarillas», la clase alta y media urbana que ha tomado el color del venerado y enfermo rey Bhumibol, y los «camisas rojas», en su mayoría campesinos pobres que ahora votan a Yingluck Shinawatra y en el pasado lo hicieron por su hermano Thaksin , quien fue depuesto por una asonada militar incruenta en septiembre de 2006. Aunque su partido volvió a ganar las elecciones en diciembre de 2007, Thaksin huyó del país tras ser juzgado por corrupción en agosto de 2008. Poco después, en diciembre de ese mismo año, el Tribunal Constitucional suspendió su formación política y le dio el poder al líder amarillo, Abhisit Vejjajiva, mientras sus seguidores paralizaban Bangkok tomando el aeropuerto y varias sedes gubernamentales.

La tensión volvió a estallar entre marzo y mayo de 2010 , cuando decenas de miles de «camisas rojas» ocuparon el centro de la capital tailandesa durante dos meses, hasta que fueron desalojados a tiros por el Ejército. Dichas protestas, que dejaron 91 muertos, fracasaron, pero el partido del exiliado Thaksin Shinawatra volvió a ganar las elecciones en julio de 2011 con su hermana Yingluck como cabeza de cartel.

Tras más de dos años en el cargo, que han sido de relativa calma, han estallado nuevas manifestaciones por su propuesta para promulgar una amnistía que permitiría a su hermano regresar del exilio. Con los enemigos del Gobierno enfrentándose en las calles a sus partidarios, Tailandia corre el riesgo de que el Ejército, que tradicionalmente apoya los amarillos, dé otro golpe de Estado en «el país de la sonrisa», cada vez más crispado .