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Londres deja a Salmond sin moneda para su Escocia independiente

El gobierno británico se niega a compartir la «unión esterlina» que reivindica el nacionalismo escocés

Londres deja a Salmond sin moneda para su Escocia independiente REUTERS

borja bergareche

El presidente escocés, Alex Salmond, ha puesto negro sobre blanco su visión para una Escocia independiente que mantendrá la libra esterlina como moneda, el Banco de Inglaterra como refugio, la Reina de Inglaterra como soberana, y la BBC como fuente de entretenimiento. El nacionalismo escocés, que goza de una mayoría absoluta desde 2011 , ha presentado esta mañana en Glasgow un voluminoso Libro Blanco de 670 páginas en el que da respuesta a 650 interrogantes sobre el proyecto. Salmond se dota así de su cañón de mayor calibre para intentar atraer a la causa separatista a una mayoría de escoceses en los diez meses que faltan para el referéndum, cuya celebracion está prevista el 18 de septiembre de 2014.

«Se trata de la guía más completa para la independencia jamás publicada , no solo en Escocia sino en cualquier nación que aspira a la independencia», ha defendido el líder del gobierno escocés ante unos 200 periodistas en la presentación en el Centro de Ciencias de Glasgow. «Este documento», ha dicho triunfal, «deja fuera de toda duda que una Escocia independiente arrancaría en una posición de fortaleza». Una viabilidad económica que requiere, según el propio planteamiento del nacionalismo, del escudo protector del Banco de Inglaterra y del mantenimiento de la libra esterlina como moneda. Pero Londres no parece dispuesto a compartirlo.

Ni moneda propia, ni el euro

«Si Escocia se va del Reino Unido, se va de la libra», ha advertido el ministro de Cameron para Escocia, Alistair Carmichael , en las horas anteriores al lanzamiento del Libro Blanco. El documento recoge las diferentes opciones que tendría una Escocia independiente, basado en un informe de un comité de sabios del que formó parte el nobel Joseph Stiglitz. Entre las opciones, la creación de una moneda propia sería demasiado complejo, y el euro no parece una opción ganadora. «No tenemos ningún deseo de entrar en el euro», ha reafirmado Salmond.

Su gobierno se inclina, en un documento que sirve a la vez de hoja de ruta administrativa y de cartel electoral del nacionalismo, por mantener una unión monetaria con el resto del Reino Unido. «Es una opción de sentido común», ha defendido el primer ministro escocés, que apela al presunto interés mutuo en una solución de ese tipo. «El Reino Unido es el primer socio comercial de Escocia , y las cifras del Tesoro británico apuntan a que Escocia es el segundo mayor socio comercial del Reino Unido, mayor que la suma de Brasil, Sudáfrica, Rusia, India, China y Japón», recuerda el Libro Blanco.

Apelar al miedo

Pero Carmichael, «fichado» por Cameron hace solo seis semanas para elevar el tono de la confrontación de cara al referéndum, le advierte que «las uniones monetarias crean muchos problemas» . En un encuentro con la prensa extranjera la semana pasada, el ministro para Escocia zanjó la cuestión refiriéndose a la unión esterlina como algo «muy, muy difícil». Y acusó, de paso, a Salmond de «falta de respeto» por sortear el parlamento escocés en la presentación de su Libro Blanco. El presidente escocés celebrará mañana miércoles un debate en la cámara.

En opinión de Carmichael, la existencia de dos reguladores financieros incrementa «particularmente los costes regulatorios para los operadores». Desde las filas del «No» a la independencia, el portavoz de la campaña «Juntos mejor», Alistair Darling, ha calificado el documento presentado por Salmond de «obra de ficción, repleta de afirmaciones vacías».

Los dos bandos se han quitado ya las máscaras y recurren sin pudor a argumentos del miedo en el duelo político que se avecina . «Si votamos No, Escocia se queda estancada», advierte el Libro Blanco. «Y se pierde una oportunidad única para esta generación de elegir un camino diferente, una dirección nueva y mejor para nuestra nación», aseguran sus autores.

El último sondeo, publicado el domingo por el «Sunday Times», recoge un 47% de rechazo a la secesión y un 38% de apoyo a la independencia . Pero la pelea, que parece haber encallado ahora en las trincheras monetarias, se centrará en el 15% de indecisos que constataba la encuesta, y que otras elevan al 20%. Tanto Carmichael como Alistair Darling, el exministro de Finanzas laborista y portavoz de la campana por el «No» a la independencia, exigen ya a Salmond un «Plan B» monetario ante la imposibilidad de guardar la libra.

¿Tiene Salmond alternativa?

La pregunta es quizás la primera que surge en los bares, calles y taxis de Glasgow, la ciudad donde las grúas de la era pretérita industrial conviven con los nuevos proyectos de regeneración urbana. Salmond defiende que la libra y el Banco de Inglaterra «forman parte de los activos comunes» que habría que repartir si gana la opción separatista. Un argumento voluntarista que llevaba esta mañana a muchos periodistas a apuntar a la ausencia de un plan B monetario en su propuesta.

Para apaciguar la inquietud que genera el argumento, el gobierno nacionalista ha introducido en el Libro Blanco medidas más electorales que constitucionales de fuerte contenido social. El caramelo, en ese sentido, es un «cambio transformador» de los subsidios por maternidad e hijos, según ha adelantado Nicola Sturgeon, la «número dos» del gobierno escocés. Entre las medidas incluidas, incluyen un subsidio equivalente a 30 horas semanales de cuidado infantil para niños de 3 y 4 años. Además, el Libro Blanco recoge una reducción del 5% en la factura de la luz , y una revisión de la decisión de retrasar la edad de jubilación a los 67 años.

«Sabemos que tenemos las personas, las habilidades y los recursos para hacer de Escocia un país mejor», ha asegurado Salmond. «Lo que necesitamos ahora son las herramientas y las competencias económicas para construir una economía dinámica y competitiva», cree. Pero una mayoría de escoceses da por hecho que la independencia supondría una pérdida de al menos 500 libras (600 euros) en su renta disponible .

Una estimación conservadora según los cálculos, presentados hoy -con el objetivo evidente de torpedear la presentación de Salmond- por el Tesoro británico , que calcula que la independencia haría perder a los contribuyentes escoceses 1.200 euros de renta anual. Según el estudio del gobierno británico presentado hoy por Danny Alexander, responsable de Finanzas, esa será la factura necesaria para compensar un desequilibrio fiscal que el Instituto de Estudios Fiscales estima en 3.500 millones de euros.

La alternativa a esta subida del 8% en el impuesto sobre la renta serían, según el informe del prestigioso centro de análisis, 40 años más de recortes o incrementar el IVA hasta el 28%, por encima de Grecia. El gobierno escocés replica que el PIB de la región sería un 3,8% mayor en un escenario de independencia. Un toma y daca en torno al impacto de la secesión en el bolsillo de los escoceses que marcará los diez meses que faltan hasta el referéndum, con las trincheras cavadas en torno a la madre de todas las cuestiones: ¿cuál será la moneda que sonará en esos bolsillos?.

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