El enclave estratégico de Abyei deshoja la margarita de los «Sudanes»
Este martes finaliza el referéndum para decidir el futuro administrativo de una región vilipendiada por años de conflicto
EDUARDO S. MOLANO
Carece de reconocimiento oficial, aunque su resultado será un serio golpe moral. Este martes finaliza el referéndum que en los últimos tres días se viene celebrando en la región de Abyei y que debe decidir la anexión de este territorio a Sudán o a Sudán ... del Sur.
En virtud de los acuerdo de paz de 2005, Abyei cuenta con un estatus administrativo especial, regido por un gobierno compuesto por fuerzas del sureño Ejército de Liberación Popular de Sudán, así como por oficiales pertenecientes al Partido del Congreso Nacional, liderado por el presidente Omar al Bashir.
Por ello, para Douglas H. Johnson, autor de «The Root Causes of Sudan's Civil Wars», la delimitación de Abyei ha demostrado ser, hasta hora, la cuestión más complicada de resolver desde la independencia de Sudán del Sur en 2011. Más aún que la determinación del resto de la frontera Norte-Sur o la división de los ingresos petroleros.
En este sentido, el presidente de la comisión electoral, Monyluak Kuol, ya ha reconocido que los resultados del plebiscito mostrarán un apoyo mayoritario de la población al enlace con Sudán del Sur.
Sin embargo, ambos países han asegurado que no reconocerán oficialmente la decisión electoral (que se espera se haga pública el próximo jueves) de una población que se identifica étnica, religiosa y culturalmente con el Sur. Aunque, eso sí, la reacción de de los pastores nómadas Misseriya, quienes apoyan al Gobierno de Jartum, podría no ser del todo pacífica.
El conflicto del petróleo
Hasta su independencia en julio de 2011, el 98% del presupuesto de Sudán del Sur se basaba en la extracción de crudo. No obstante, y pese a encontrarse casi el 75% de las reservas en territorio sursudanés, los acuerdos de paz de 2005 estipulaban que ambas regiones se dividieran los ingresos del petróleo a partes iguales. Por ello, la ventaja del norte es evidente, al servir de única ruta de exportación hacia el Mar Rojo del crudo que produce su vecino. Precisamente, en los últimos tiempos y para paliar este «hurto», el Gobierno sureño de Juba se ha embarcado en la construcción de tres refinerías y un oleoducto a través de Kenia que eviten el territorio musulmán.
Mientras, los desencuentros entre ambos países se prolongan. En enero de 2012, Sudán del Sur anunciaba que interrumpía sus extracciones en respuesta al «expolio gratuito» por parte de norte. Pese a ello, un año después, ambos países retomaban relaciones e, incluso, se comprometían a establecer una zona de exclusión a lo largo de su frontera tras décadas de conflicto.
Sobre todo, porque el conflicto se encuentra sostenido, en gran medida, por la confusión internacional que recae sobre las fronteras reales de, junto a Abyei, otra de las regiones capitales: Heglig, enclave vital en las disputas económicas entre ambos actores (de esta zona, el norte obtiene la mitad de su producción diaria de crudo, 115.000 barriles).
La razón es simple: desde la última demarcación oficial de sus fronteras, en 1956, Sudán -del norte- se ha negado siempre a negociar los territorios en conflicto con el sur, ya sea dentro de un tribunal de arbitraje de Naciones Unidas o a través de contactos de alto nivel político.
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