La centrifugadora de Edward Snowden vuelve a echar humo

Ya lo había advertido su padre tras visitarlo recientemente. A Snowden «le quedan muchos más secretos por compartir». Pocos días después de estas palabras, la revista alemana Der Spiegel informaba de que la inteligencia estadounidense había intervenido las comunicaciones de los dos últimos presidentes mexicanos y «Le Monde» publicaba la intromisión masiva en los datos telefónicos de ciudadanos franceses. Los mexicanos elevaban una queja oficial y París convocaba de inmediato al embajador estadounidense. En la tarde de ayer, Barack Obama y Francois Hollande mantenían una complicada conversación telefónica. Muchos analistas interpretan esta reacción del Elíseo más como un intento de apaciguar el descontento en la opinión pública francesa que como una protesta sincera por unas prácticas de espionaje ya conocidas.

Sea como sea, para Washington supone una complicación y la prueba son las palabras de Obama y su secretario de Estado John Kerry al respecto. Tras atender a la petición de explicaciones de Hollande, la Casa Blanca emitía un comunicado en el que concedía que su país «ha empezado a revisar la manera en que recopila la información de inteligencia para encontrar el equilibrio entre las legítimas preocupaciones por la seguridad de nuestros ciudadanos y aliados con las preocupaciones por la privacidad que todo el mundo comparte». Kerry, había recordado antes que los franceses son de los «más antiguos aliados» de su país.

Ahora en Washington se preparan para un nuevo lote de secretos aireados. El periodista Glenn Greenwald, que actúa como portavoz oficioso de Snowden, ha anunciado que «muy pronto» se harán públicos datos sobre el espionaje llevado a cabo en España y en el área iberoamericana.