CHINA
El tribunal permite a Bo Xilai apelar contra su cadena perpetua por corrupción
El popular exdirigente chino fue condenado en septiembre por aceptar sobornos, malversar fondos públicos y abuso de poder
PABLO M. DÍEZ
A Bo Xilai , el popular dirigente chino defenestrado por corrupción, se le ha permitido apelar contra la cadena perpetua a la que fue condenado el mes pasado, pero otra cosa muy distinta es que dicho recurso prospere.
Según informó este miércoles en su ... página «web» el Alto Tribunal de Shandong , la provincia donde fue juzgado, la apelación ha sido admitida y, en teoría, debería ser analizada en un plazo de dos meses. Aunque Bo Xilai goce de este derecho legal, es poco probable que los jueces anulen su condena por corrupción y abuso de poder en un caso que ha desatado una enconada lucha de poder en el autoritario régimen chino.
El pasado 22 de septiembre, Bo Xilai fue sentenciado a pasar el resto de su vida entre rejas por haber aceptado sobornos por valor de 21,8 millones de yuanes (2,67 millones de euros) y haberse apropiado de otros cinco millones de yuanes (621.000 euros) de una obra pública. Además, fue condenado por abuso de poder por intentar encubrir el asesinato de Neil Heywood , el socio británico que le ayudaba a evadir de China la fortuna que había amasado gracias a la corrupción. Por dicho crimen, su esposa, Gu Kailai, fue condenada a muerte en agosto del año pasado , pero la sentencia quedó suspendida 24 meses, lo que suele equivaler a cadena perpetua.
Bo Xilai, que tiene ya 64 años, era una de las figuras más carismáticas del acartonado régimen chino. Hijo de uno de los «Ocho Inmortales» que abrió China al mundo junto a Deng Xiaoping en los años 80, al «principito» Bo Xilai se le auguraba un brillante futuro porque había protagonizado una carrera meteórica. Como alcalde de Dalian , embelleció esta ciudad costera y la convirtió en un centro de investigación tecnológica y luego, al frente del Ministerio de Comercio , negoció las cuotas textiles con EE.UU. y la Unión Europea . Como ya formaba parte de los 25 miembros del Politburó del Partido Comunista , se rumoreaba que su siguiente paso sería ocupar uno de los nueve puestos del todopoderoso Comité Permanente, que fue renovado el pasado otoño y vio la designación del nuevo secretario general y actual presidente de China, el también «principito» Xi Jinping .
Lucha de poder
Pero su ambición y afán de protagonismo ante las cámaras, inusual para los grises gerifaltes del régimen, la habían granjeado muchas enemistades desde que, en noviembre de 2007, fuera nombrado secretario del Partido en Chongqing. Hasta su arresto en marzo de 2012, limpió esta caótica y dura ciudad próxima a la presa de las Tres Gargantas con sonadas redadas contra las mafias locales que acabaron con 2.000 detenciones, 500 procesamientos y 13 ejecuciones, incluyendo al anterior responsable de la Oficina Judicial por corrupción y violación. La operación policial le valió el aplauso del público y los medios, pero levantó ampollas entre numerosos empresarios y políticos con oscuras conexiones económicas.
Además, impulsó una campaña con canciones patrióticas de la época de Mao que recordó a los tiempos de la infame «Revolución Cultural» (1966-76) e incomodó a la cúpula del régimen en Pekín . Cuando el primer ministro, Wen Jiabao , repudió esta década de terror y caos en su multitudinaria rueda de prensa tras la clausura de la Asamblea Nacional en marzo de 2012, en realidad estaba sentenciando a Bo Xilai. Al día siguiente, su estrella, demasiado personalista e independiente para un régimen tan monolítico como el chino, se apagó definitivamente, no sin antes desatar algunas muestras populares de apoyo e incluso rumores de un golpe de Estado.
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