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de piratas a pescadores

Cuando las redes no tienen peces

Somalia cuenta con uno de los consumos de pescado más bajos de toda la región, apenas 3,3 kilogramos por persona al año, pese a disponer de la mayor costa continental de toda África

Cuando las redes no tienen peces phil moore para ABC

EDUARDO S. MOLANO

¡Pam! Mientras la sangre se desliza por su pechera, Hassan Yare tan solo acierta a sonreír. El tajo ha sido certero. Entre el horror y la diversión, dos niños juegan con la víctima. Despedazado ya, el atún es incapaz de devolver la mirada.

Lo brutal de la escena resulta casi invisible para el bueno de Yare. Desde hace más de cuarenta años, este anciano forma parte de la asociación de pescadores de la capital de Somalia, Mogadiscio. Décadas de automatismo a la hora de recibir a sus mártires marinos —ahora como presidente del sindicato —, que normalizan el plasma ajeno que corre por su cuerpo.

Es cierto, el reino de Yare —el mercado central de pescado de Mogadiscio— roza el más absoluto simplismo: apenas unas mesas destartaladas para una lonja que busca con desesperación renovar sus instalaciones. Sin embargo, la autoridad de este somalí es reverenciada en la tropa . Lo excepcional de su cruzada quizá ayude a estrechar el vínculo.

En la actualidad, Somalia cuenta con uno de los consumos de pescado más bajos de toda la región -apenas 3,3 kilogramos por persona al año-, pese a disponer de la mayor costa continental de toda África, 3.300 kilómetros asomados al Índico.

Las razones de este bajo dispendio están vinculadas a la cultura del país, destaca a ABC el antropólogo Ali A. Abdi . Somalia es una sociedad nómada donde la posesión de ganado es reflejo del estatus económico. Por ello, históricamente, el pescado ha sido percibido como símbolo de pobreza (ausencia de reses) y de clase social baja. En los últimos años esta tendencia comienza a cambiar.

«Los líderes religiosos y las instituciones educativas apelan cada vez más por el consumo de pescado . Antes, la gente solo cocinaba los frutos del mar de una forma: fritos. Ahora, aunque todavía sea escasa, comienza a haber una cultura culinaria», asevera Mohamed Noor, director de una cooperativa local. A su lado, Hassan Yare sonríe malicioso entre vísceras. La virulencia del nuevo tajo ha hecho dar un respingo a los niños que le acompañan.

Ya en la década de los 70, el dictador Siad Barre impulsó un programa masivo de movilización de pastores hacia zonas agrícolas y pesqueras. Huelga decir que la desastrosa forma de hacerlo y la falta de capacitación de los nuevos marineros provocó el colapso del sistema tras la caída del régimen en 1991.

En este sentido, la regularización del sector pesquero (perdido, desde entonces, ante la ausencia de una figura central) se antoja clave para promover el consumo.

«Es necesario que nos organicemos», reconoce Abdullahi Hussein, de la Somali National Fish , una compañía que exporta pescado a Emiratos Árabes Unidos, Turquía o la región semiatónoma de Somaliland. «La demanda de pescado ha sido limitada por la baja preparación de nuestros pescadores y lo anticuado de nuestra flota. Si solucionamos estos problemas, el consumo se disparará », asevera con una sonrisa de confianza Abdullahi.

Hassan Yare se seca el sudor. Desdibujada la identidad a golpe de machete, su víctima carece ya de toda individualidad. Pez transformado en pescado.

Potencial desaprovechado

La propia Cámara de Comercio de Somalia lamenta que el sector pesquero cuenta con un gran potencial, aunque no ha sido convenientemente aprovechado debido a tres factores: la abundancia de ganado (o la excesiva creencia en el mito de rebaños «eternos»), lo que hace que las personas reacios a utilizar los recursos en el mar; la ausencia de infraestructuras y el ser, todavía, un sector «invisible» en los mercados locales e internacionales.

Jorge Torrens, especialista pesquero sobre Somalia en la organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura ( FAO ), apunta que el país africano es, todavía, una de las últimas zonas pesqueras donde la gran mayoría de especies no han sido explotadas . Sobre todo, porque los pescadores artesanales están muy limitados, ante la falta de tecnología y deben centrarse en operaciones cerca de la costa.

El experto asegura que, para mejorar su calidad, el sector necesita: Primero, asegurar la cadena de frío en los cinco principales puertos del país (Mogadiscio, Merca, Berbera, Bosaso y Kismayo). Segundo, renovar la flota, por el momento, ineficiente. Y tercero, aunque a muy largo plazo, censar las poblaciones marinas. «Si desconoces cuántos árboles hay en el bosque, no sabrás cuántos puedes cortar» , destaca.

Hassan Yare comienza a limpiar el filo del cuchillo. El trabajo ha finalizado. «Ésta es mi Somalia, el país de la hambruna», burla. Ante su mirada, una decena de piezas de atún del tamaño de un puño.

*Reportaje financiado gracias al European Journalism Centre and the Innovation in Development Reporting Grant Programme .

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