Indignación en EE.UU. por la liberación del capo Quintero

El pasado jueves de madrugada, sin que la noticia aún se hubiera dado a conocer, el antaño poderoso líder del cártel de Guadalajara salió de prisión y se esfumó . Después, literalmente Caro Quintero desapareció del mapa para desesperación de EE.UU., que no olvida el asesinato del agente Enrique Camarena Salazar, alias «Kiki», en febrero de 1985.

El diario «The New York Times» reconocía ayer que la libertad de Caro Quintero, en teoría sentenciado a 40 años de prisión, «tomó a las autoridades estadounidenses por sorpresa». Parece que no había en su contra ninguna petición de extradición, algo que no tardará en enmendarse. « La DEA continuará vigorosamente sus esfuerzos para asegurarse de que Caro Quintero enfrenta cargos en EE.UU. por los crímenes que ha cometido», expresó en un comunicado la DEA.

EE.UU. nunca olvida

Los norteamericanos jamás olvidan a quienes asesinan a sus agentes en el extranjero, y menos a quienes ordenaron torturarlos y castrarlos antes de matarlos, como fue el caso de Caro Quintero.

La difícil papeleta es la que se le presenta ahora al presidente de México, Enrique Peña Nieto , que en sus primeros meses de mandato ha sido menos condescendiente con EE.UU. que su antecesor, Felipe Calderón. Este firmó un acuerdo amplio de cooperación, la Iniciativa Mérida, que permitió recibir armamento de calidad, tecnología y capacitación en la lucha contra los cárteles de la droga a cambio de que los agentes estadounidense camparan a sus anchas por México. En cambio, Peña Nieto ejerce un control más estrecho de las actividades de cooperación con EE.UU. en territorio mexicano.

La colaboración entre ambos países hasta ahora marcha bien. Muy probablemente hubo cooperación en la captura del líder máximo de Los Zetas , Miguel Ángel Treviño Morales , alias el Z-40. Pero esta puede resentirse con la excarcelación de Caro Quintero.

Tibieza en la Fiscalía

Consciente de ello la Fiscalía mexicana «ordenó analizar la interposición de los recursos que en términos de la ley sean procedentes en razón de la gravedad de los delitos de privación ilegal de la libertad y homicidio calificado entre otros, cuyas víctimas todavía reclaman justicia». Una tibia reacción que ya veremos si es suficiente para calmar a los responsables estadounidenses de la lucha antidrogas.

A esta excarcelación se le une la revocación de la sentencia a 38 años contra Jorge Hernández Silva , acusado de asesinar a la periodista Regina Martínez, del Semanario «Proceso» . Se le liberó porque el acusado aseguró que su confesión fue obtenida mediante tortura, algo aún relativamente común en delitos de impacto en este país. Pero ni la prensa ni la revista «Proceso» han creído nunca que Regina muriera en un simple robo a su casa.