Pedro Castro, hermano del «monstruo» de Cleveland: «Si lo hubiera sabido, lo habría dicho»

Los dos hermanos del secuestrador, Pedro y Onil Castro, de 54 y 50 años, que vueron interrogados al mismo tiempo que su hermano el pasado lunes, pero que fueron considerados inocentes, temen arrastrar de por vida la sospecha de que tuvieron algo que ver con los horrores vividos por Amanda Berry, Gina DeJesus y Michelle Knight en la casa de Ariel Castro.

«Absolutamente», «sí», responden Onil y Pedro Castro cuando el periodista de la cadena de televisión CNN les pregunta si temen ser sospechosos siempre de haber desempeñado un papel en los secuestros.

«Si hubiera sabido lo que mi hermano hacía allí, habría llamado al minuto a la policía , porque no está bien», añade Pedro Castro. «Pero sí, me perseguirá porque la gente va a creer que Pedro tuvo algo que ver con eso. Pedro no ha tenido nada que ver con eso», continúa en la entrevista realizada en un lugar fuera de Cleveland y no dado a conocer para protegerlos, que fue divulgada ayer en parte y que este lunes se emitirá por completo.

«No hay ninguna razón para creer que yo pudiera hacer algo como eso. Sorprende a todos mis amigos. No pueden creerlo», añade Pedro.

«La gente que me conoce sabe que Onil Castro no es así y no tiene nada que ver con eso. Soy una persona al que se le quiere mucho. Nunca he tenido enemigos. No hay razón para pensar que haya podido hacer algo así», subraya su hermano Onil.

Los dos hermanos de Ariel Castro, contra los que no se ha presentado ningún cargo por este caso, comparecieron ante la justicia el miércoles por otros delitos menores pero quedaron en libertad. «Ariel engañó a todo el mundo», explicó el miércoles el jefe adjunto de la Policía de Cleveland, Ed Tomba.

Pedro y Onil Castro explicaron que han tenido que ocultarse junto a su madre, de 71 años, tras recibir amenazas de muerte por internet. También denunciaron que sus casas han sido objeto de ataques con piedras y que una fue asaltada por un ladrón.

Tanto Pedro como Onil subrayaron que no pueden regresar a sus casas y se sienten atrapados y perseguidos por un delito que no cometieron.