FRANCIA

Hollande y las promesas incumplidas tras un año en El Elíseo

Paro, división social y pérdida de competitividad figuran en el balance del presidente más impopular de la V República

Hollande y las promesas incumplidas tras un año en El Elíseo REUTERS

juan pedro quiñonero/

A los doce meses de haber sido elegido presidente de la República, François Hollande ha embarcado a Francia en una guerra larga e incierta, ha incumplido todas sus promesas económicas, ha creado nuevas divisiones nacionales y se ha convertido en el jefe de Estado ... más impopular de la V República en un tiempo récord.

El candidato Hollande criticó con severidad la intervención militar francesa que permitió derrocar al coronel Gadafi, en Libia. A los nueve meses de su elección, el 11 de enero pasado, el presidente Hollande dio la orden al Ejército del Aire de iniciar los bombardeos con los que comenzó la solitaria guerra de Francia en Malí. Cinco meses más tarde, las fuerzas jidadistas han sido contenidas. Pero Malí continúa balcanizado en una situación de guerra civil étnica y religiosa en la que Francia juega su papel tradicional de gendarme africano en sus antiguas colonias.

La determinación militar del presidente Hollande no estaba prevista ni anunciada en su programa de campaña, mucho más prolijo en cuestiones y promesas europeas, económicas, sociales y políticas, sencillamente incumplidas o aplazadas sine die. El candidato Hollande repitió en muchas ocasiones que Francia no firmaría «nunca» el Pacto presupuestario europeo (Tratado de estabilidad y gobernanza de la UE) , negociado por Angela Merkel y Nicolas Sarkozy. Tras un brevísimo «chalaneo», Hollande hizo ratificar el Tratado un trimestre después de su elección como presidente.

El presidente «vendió» esa primera «bajada de pantalones» afirmando que Alemania había «aceptado» añadir un «pacto de crecimiento» al Tratado. Pura retórica. Seis meses más tarde, el PS denunció días pasados el «egoísmo» de Angela Merkel, que sigue sin aceptar las súplicas de Francia y toda la Europa del sur pidiendo más flexibilidad para poder cumplir unos compromisos presupuestarios que nadie cumple.

El candidato Hollande había prometido que «relanzaría» el crecimiento a finales del 2013, gracias a una «nueva política económica europea». Vana promesa. La UE recuerda que Francia volverá a estar en recesión, este año, y el presidente Hollande sigue sin cumplir las promesas europeas que Francia lleva muchos años sin cumplir.

Firmando el Pacto fiscal (tratado negociado por Sarkozy y Merkel), Hollande anunció que la gran prioridad nacional era restaurar los equilibrios económicos nacionales. Vana promesa. En los últimos meses, la deuda soberana francesa ha continuado creciendo aunque había prometido que la deuda de 2012 se estabilizaría en el 88,7 % del PIB; en verdad, ya es superior al 90,2 %).

Acabar con el déficit

El mes de febrero 2012, el candidato Hollande prometió que los déficits del Estado se estabilizarían el año pasado en torno al 4,2 % del PIB. En verdad, han sido superiores al 4,8 %. Todo el programa económico de Hollande reposaba en una previsión de crecimiento del 1,3 % el 2013. La Comisión anuncia todo lo contrario: se agravará la recesión. El oficial Alto Consejo de las Finanzas Nacionales prevé un crecimiento del 0,1 %.

Dicho de otra manera: durante los primeros doce meses de la presidencia Hollande, ha crecido la deuda nacional, han aumentado los déficits, ha disminuido el crecimiento, ha disminuido la competividad de la industria, han disminuido las exportaciones en la zona euro, han aumentado los impuestos. La política económica y social del presidente Hollande ha fracasado en la escena nacional y en la escena europea.

Cuando era candidato afirmaba que la política económica se «relanzaría» a través de un gran pacto nacional de competividad entre sindicatos y patronal. El pacto ha sido firmado, con resultados nulos o perversos. Económicamente, nadie sabe si tendrá alguna influencia en la creación de empleo.

El presidente Hollande sí ha cumplido la gran promesa de legalizar el matrimonio homosexual, con un resultado social y político inesperado. La hostilidad a esa legalización ha favorecido la emergencia de una nueva derecha sociológica, que no se reconoce en la derecha tradicional (que no quiere comprometerse) y la extrema derecha (dem asia do radical).

Muy impopular

Queda el balance más grave: el desencanto nacional. Un 75 % de los franceses dicen tener mala o muy mala opinión de Hollande, que apenas cuenta con un 20 o 25 por % de opiniones positivas, decrecientes. Al año de ser elegio, ningún presidente de la V República había tenido un balance tan negativo, desde la instauración del Régimen, entre 1958 y 1962. «Le Monde» se pregunta a toda página: «¿Es posible gobernar con una impopularidad tan grande?».

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