Los independentistas tuareg se niegan al desarme y a facilitar las elecciones en Malí

Pero el histórico grupo de rebeldes de tuareg del norte del país mantiene sus reivindicaiones independentistas y no está de acuerdo en que esa agenda se lleve a cabo sin su acuerdo.

El ministro de Defensa francés, Jean-Yves Le Drian, ha visitado estos días Malí. Uno de sus objetivos, además de tratar de afianzar la transición y preparar el relevo de sus tropas, ha sido ver si es posible un proceso de reconciliación nacional entre las autoridades locales y los independentistas tuareg del Movimiento Nacional de Liberación Azawad (MNLA). «No puede haber dos ejercitos malíes», dijo el viernes Le Drian en referencia a la negativa del MNLA de entregar las armas. Pero nada hace prever que vaya a haber acercamiento de posturas a corto plazo.

Poco antes, y en rueda de prensa desde París, el MNLA dijo a través de su vicepresidente, Mahamadou Djeri Maïga, que no van a desarmarse y que sin un «verdadero proceso negociador con Bamako» no quieren ni oír hablar de elecciones. «No es el momento de hablar del desarme del MNLA. ¿Alguien ha visto a un grupo armado entregar las armas sin que haya negociaciones?», se preguntó. Es más, dijo que si los soldados malíes llegan a Kidal les harán frente.

La ciudad de Kidal sigue estando bajo control del MNLA, que permite la presencia de tropas extranjeras -esenciamente hay franceses y chadianos- para hacer frente a los yihadistas y terroristas, pero no autoriza la llegada de militares del Ejército malí.

Distintas organizaciones humanitarias han denunciado en los últimos meses los abusos sufridos por población tuareg y árabe durante la guerra liderada por los franceses para ayudar a las autoridades locales a recuperar el control del norte del país.

En muchos casos las víctimas señalan a intergrantes del Ejército malí como responsables. A la sombra de estos hechos se hallan las acusaciones generalizadas contra estas dos etnias de integrar los grupos armados que han aterrorizado a los habitantes de las provincias norteñas de Tombuctú, Gao y Kidal y que incluso pretendieron tomar la capital, Bamako.

Los tuareg han protagonizado varios levantamientos en las últimas décadas y siguen reivindicando el reconocimiento de su historia, su lengua (el tamachek), su cultura y, en algunos casos, el ser un estado independiente en un territorio que ellos llaman Azawad, que coincide con el norte de Malí.

El actual conflicto estalló a principios de 2011 con el regreso a casa desde Libia de cientos de tuareg armados que habían servido como hombres de confianza al dictador Muamar Gadafi. Pronto se les unieron varios grupos del entorno de Al Qaida del Magreb Ismámico (AQMI) que acabaron por empujar incluso a los que en esos primeros combates fueron sus aliados, los tuareg, en su sangriento camino para tratar de imponer la «sharía» (ley islámica) en el país africano. Su avance fue implacable hasta que París tomó en enero de 2013 la decisión de hacerles frente sobre el terreno antes de que llegaran a Bamako.