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La OTAN pierde la guerra del opio en Afganistán

El grueso del cultivo se concentra en las provincias que son principal feudo de la insurgencia y, al mismo tiempo, donde más tropas internacionales hay desplegadas

La OTAN pierde la guerra del opio en Afganistán afp

mikel ayestaran

«La situación es preocupante», concluye el último estudio realizado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) y el ministerio Contra Narcóticos de Afganistán. Por tercer año consecutivo crece la superficie de adormidera cultivada en el país asiático y la alerta de las autoridades se debe a que el cultivo se ha extendido a tres provincias (Balkh, Faryab y Takhar) que hasta ahora estaban clasificadas como «libres de opio», etiqueta que ya solo conservan catorce de las 34 provincias.

En otras doce ha aumentado la superficie dedicada a un cultivo cuyo alto precio de venta –entre 122 y 155 euros el kilo- es el mayor atractivo para los agricultores. Los millonarios planes de erradicación impulsados por la comunidad internacional tras la expulsión de los talibanes del poder en 2001 no solo no han tenido éxito sino que están llevando a Afganistán a cifras de récord. Según la ONU el país produjo el año pasado el 75 por ciento de la cosecha mundial de adormidera y este 2013 podría copar el 90 por ciento del mercado.

Opio e insurgencia, de la mano

Más de un tercio de la producción total se concentra en las provincias sureñas de Helmand y Kandahar, principales feudos de la insurgencia y donde mayor han sido los despliegues militares de las fuerzas de Estados Unidos y Reino Unido en la última década. Opio e insurgencia van de la mano desde la época de la ‘yihad’ contra la Unión Soviética, entonces Moscú acusaba a la CIA de favorecer el narcotráfico para poder financiar la ‘guerra santa’. El único capaz de frenar en seco el cultivo fue el mulá Omar, máximo dirigente talibán, a través de una fatwa (edicto religioso) emitida en 2000 que declaraba «anti islámico» el cultivo de la adormidera, pero el parón apenas duro una cosecha.

El único éxito de la comunidad internacional en la lucha contra el opio se produjo en 2008 cuando Afganistán alcanzó las 157.000 hectáreas y se pusieron en marcha planes de apoyo a los agricultores para ayudarles a cambiar de cultivo. Pero después de un año de relativo éxito esas ayudas se esfumaron entre escándalos de corrupción, los más sonados en Helmand, y la cosecha fue recuperándose hasta llegar a este 2013 cuando «esperamos que se supere la barrera de las 157.000 hectáreas», confesó Jean-Luc Lemahieu, responsable del programa del organismo internacional. Lemahieu aprovechó la presentación del informe para criticar la falta de interés de los países donantes que habían prometido 8,4 millones de euros para la lucha contra el narcotráfico y solo han aportado 230.000 euros, según recoge The New York Times.

La venta de opio ya supone el 15 por ciento del producto interior bruto de Afganistán y la ONU alerta de que el porcentaje crecerá a partir de 2014, fecha prevista para el final de la misión de la OTAN. El repliegue de los diferentes ejércitos está en marcha y la prioridad en estos momentos es la preparación de las fuerzas de seguridad afganas para cederles el relevo cuanto antes, la lucha contra el opio ha quedado en un segundo plano como otros tantos problemas que sigue sufriendo el país.

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